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31 julio 2013

Perfume de Gardenias

Fotografia de Phillip Toledano
http://www.dayswithmyfather.com/#/thumbnails


El pensaba que las leyes de la física no existían en su jardín. Quizá ese fué su primer error. Pretendía regar cada flor con el mayor esmero como si fueran únicas.

Amaba a todas las flores, a todas por igual. Adoraba escuchar lo que la nauraleza le brindaba, darles luz, recibir su oxigeno, mantenerlas con vida.
Hasta que un día no se sabe si la naturaleza o la física le golpearon la cara,  demostrandole que ese jardín era demasiado grande, no podía controlarlo todo, las distancias que ya había abarcado con el paso del tiempo, eran demasiado extensas, incluso para alguien con energías como él que amaba la vida sana y no la sedentaria.  El agua pronto dejó de ser suficiente para abastecerlas a todas y el se había empeñado en abarcarlo todo.

Hoy en ese Jardín hay flores marchitas, de las que sólo se recuerda la hermosura que poseían, las flores se van marchitando aunque no pensaba dejarlas morir.   Dias si, y dias no le contaban secretos que cada una albergaba pero con los años pronto se resignó a solo admirarlas, a ver de lejos como fueron perdiendo su color y brillo, pues el fue perdiendo fuerza también.   Cuando llegaba el verano la mayor preocupación en todos los años que siguieron fué si llegarían vivas al otoño, más que el mismo porque según sus palabras no hay nada mas bonito en el mundo y en esta vida que llegar a conocer a la primavera.
al menos, en esa época después de verla, se quedó dormido quedando solo el aroma de las flores que tanto cuidó.

26 julio 2013

Chulada de Vieja!

Por Sonix
 
 
 

Iztaccíhuatl

"¿Duermes?, Princesa abandonada y fría.
Cihuapilli amada, corazón de la montaña
en la soledad glacial del vendaval y el aguacero.
Te enterraron en la cúspide de fuego y la ceniza
y te bañaron con el temporal de la harina y la blancura.
¿Duermes?, Princesa inmóvil y afligida."
Salvador Pliego


22 julio 2013

Anatomía de una sonrisa


por Ivanius 

Hay un problema cuando sonrío que siempre rompe el silencio. Ni siquiera el cansancio de mi cuerpo sabe acallar el rumor (de mi vida interior) con que digiero los momentos.

La alegría se agazapa y devora el espacio. Un instante antes, mera insinuación; al siguiente parece haber estado siempre allí (y para siempre). Le basta una sola comisura de dos labios para, como dice la conseja, nacer, crecer y reproducirse. Por eso, aunque no la descubran, es inmortal.

No teme a las arrugas, porque la acompañan y la envuelven. Sin ellas no existe: el falso declive de una boca tiesa denuncia retoque y cirugía más que gozo. En cambio, las arrugas aglomeradas proclaman, como el rayo hace con el trueno, la inminente aparición de carcajadas.

Lo único que quizás lamento son los ojos pequeños, porque captar allí el aviso es difícil. Sin embargo, arriba del ceño puede brotar magia, aunque no tan célebre como una cicatriz de rayo ni de tanto caché como punzada de bótox. El látigo en la frente también sirve de heraldo, a pesar de que su aparición suela delatar otros pensamientos en formación o en fuga.

Aun así lo aseguro: el ceño fruncido es una sonrisa que ensaya volteretas.

"Anatomía de una sonrisa", Relato de Ivanius. Texto: © Chanchopensante.com Imagen: "Falstaff", por Eduard von Grützner (1846-1925), en Wikimedia Commons.

11 julio 2013

En el Interior del Cielo / Nezahualcóyotl








Sólo allá en el interior del cielo
Tú inventas tu palabra,
¡Dador de la vida!
¿Qué determinarás?
¿Tendrás fastidio aquí?
¿Ocultarás tu fama y tu gloria en la tierra?
¿Qué determinarás?
Nadie puede ser amigo
Del Dador de la vida…
Amigos, águilas, tigres,
¿a dónde en verdad iremos?
Mal hacemos las cosas, oh amigo.
Por ello no así te aflijas,
Eso nos enferma, nos causa la muerte.
Esforzáos, todos tendremos que ir
A la región del misterio.




Material obtenido de Los poetas
Imagen de la Web

01 julio 2013

Rumieta y Juleo



De un brinco trepó a lo más alto del ramaje, de aquél barandal
se sostuvo majestuoso manteniendo el equilibrio.
Se liberó del antifaz y también de la desidia

Se acomodó junto en una de las sillas con firmeza y prefirió ver pasar el mundo
con sus narices juntas, mientras que con una lamida le hizo entender que era ella  a quien quería.