Después de permanecer un largo rato en la misma posición, agazapado en ese umbroso y húmedo rincón, Dieguito estaba entumido y cansado; para no pensar en comida ni en nada, distraía su mente con llamados de misericordia a su Ángel de la Guarda. El silencio y la oscuridad le imposibilitaban calcular la hora y menos aún, el tiempo transcurrido desde que, tras una larga y desbocada carrera, había ido a parar frente a la entrada de la cueva en la que se introdujo, sin pensar en los posibles peligros de su interior. Alternaba sus plegarias con el repaso mental de operaciones aritméticas sencillas y el recuento de las recomendaciones hechas por su madre esa mañana, cuando se despidió de ella. Cualquier evasión, con tal de mantener alejado al miedo y evitar que el cansancio y el hambre lo vencieran. Quieto, con la respiración casi contenida, el chico apretaba contra su pecho el frío y alargado objeto, que bien a bien no acababa de entender cómo se atrevió a sacar de la camioneta al momento de su huida. Las imágenes de lo ocurrido en las últimas horas, le resultaban confusas. Todas; menos una, cuya nítida visión le obligaba a cerrar los ojos, apretándolos con fuerza, como si con ese gesto inocente pudiera revertir lo sucedido. Afán inútil, pues en medio de sus ruegos al Ángel de la Guarda, volvía a mirar el pálido rostro de Diego, su cuerpo inmóvil tirado a la orilla de esa carretera poblada de neblina y soledad.
Diego –el Profesor- tenía veintisiete años, quince más que Dieguito a quien conocía desde recién nacido y para el que se había convertido en la persona más influyente de su vida, sólo después de su madre. El niño veía en él a un hermano mayor, protector, consentidor y ejemplar. Libre y apuesto; serio y juicioso; parco al habla y poco dado a sonreír, pero capaz de inusitados gestos de nobleza; viajero incansable… el Profesor era todo lo que Dieguito anhelaba ser. Cuando llegaba al pueblo a bordo de su imponente camioneta, los chiquillos hacían rueda a su paso, mientras él, un tanto apenado, se limitada a saludarlos con la mano. Con nadie hablaba excepto con su joven tocayo, a quien profesaba un cariño sincero; ese niño inocente y melancólico, le devolvía un vívido reflejo de sí mismo… apenas unos años atrás. El Profesor no era un sobrenombre; era su profesión. A los veintiún años, Diego había egresado de la Escuela Normal Rural y tras el sorteo de rigor, fue destinado a un mísero pueblo refundido en el último rincón de la Sierra; ahí donde la pobreza, la violencia y las revueltas sociales eran la norma. El joven maestro no aguantó ni un año escolar y al primer asomo de conflicto magisterial, dejó el pueblo y emprendió con rumbo a la Costa, en busca de mejor fortuna. Pero a las cuatro semanas de instalado en el Puerto, Diego veía cómo se esfumaban sus magros ahorros, mientras el pobre salario que recibía como ayudante en el restaurante de un hotel, apenas le alcanzaba para lo indispensable. Esa tarde, se encontraba apostado en el rompeolas del malecón con la mirada perdida en el horizonte, más allá de la línea donde el sol iba ocultándose lentamente, sumido en sus pensamientos. Tan absorto estaba, que no sintió la llegada del hombre bien vestido que se acercó para preguntarle alguna obviedad, con la cual inició una plática, casi monólogo, pues Diego apenas le respondía con monosílabos. El hombre continúo son su soliloquio por largo rato, hasta que por fin consiguió despertar el interés del muchacho al mencionarle la posibilidad de un empleo, bien remunerado y estable, como responsable del cuidado de una finca.
Seis años después de aquella tarde, poco quedaba del joven maestro rural. Ahora, la vida de Diego parecía circunscrita al trabajo; amén de supervisar la producción del mayor de los sembradíos administrados por su Patrón, periódicamente realizaba viajes al norte del país a fin de entregar, a los contactos indicados, esa mercancía altamente demandada por los habitantes de allende el Río Bravo. Con buen margen de libertad, pero siempre bajo las órdenes del hombre que conoció en el malecón y para quien el Profesor se había convertido en su mejor empleado, gracias a su discreción, falta de amigos e inexistente vida amorosa; una situación que sin duda deseaba prolongar el mayor tiempo posible. No obstante guardarle gratitud, en especial por los beneficios económicos que ese empleo le proporcionaba (inimaginables de haber continuado como maestro de primaria), Diego no pensaba igual que su Patrón. Hacía varias semanas que una sola idea le daba vueltas en la cabeza: encontrar la mejor manera de dar por concluido ese contrato laboral no escrito, cuya escisión, bien lo sabía, no era una opción.
Cavilaba en ese asunto, la fría mañana en que regresaba de su pueblo natal tras recoger a Dieguito, a quien llevaría a conocer el pintoresco pueblo en donde se ubicaba una famosa iglesia barroca. Manejaba sin prisas y en silencio (el niño dormitaba de manera intermitente en el asiento trasero) mientras atravesaban la serranía tantas veces recorrida y cuyo trayecto nunca le había resultado tan apacible como ese día. Ocupado en la contemplación del paisaje y en el acomodo de sus ideas, Diego apenas tuvo tiempo de reaccionar y meter el freno, ante la súbita aparición de tres hombres con los rostros cubiertos por paliacates y armados con rifles de asalto similares al que él siempre traía junto a la palanca de velocidades. En medio de la sorpresa, lo primero que pensó fue en proteger al niño; si los hombres no abrían la puerta trasera, tendría una oportunidad. Después de frenar, asomó la cabeza por la ventanilla para topar de inmediato con la punta del AK-47 empuñado por uno de los hombres, quien a gritos le ordenó que saliera de la camioneta. En ese momento se supo perdido. Aún así, con la mayor calma posible abrió la puerta y tras salir, se encaminó hacia el frente de la camioneta, aproximándose a los otros dos hombres uno de los cuales parecía ser el jefe, a quien Diego intentó explicarle que se trataba de un viaje de descanso no de trabajo, por lo cual andaba desarmado, sin dólares ni ninguna otra cosa de gran valor... eso fue lo último que alcanzó a decir, antes de ser derribado por el impacto de una ráfaga disparada sobre su espalda, a la altura de la cintura, por un cuarto hombre al que nunca vio. Los gritos del jefe, contrariado ante el proceder de su compinche, y el ruido de los disparos, terminaron de despertar a Dieguito, quien permaneció inmóvil bajo la cobija, casi sin respirar, rezando para que nadie se percatara de su presencia. En esa posición se mantuvo, temeroso de que alguno de los hombres lo encontrara; perdió la cuenta de los padres nuestros y aves marías rezados; más que mantener el oído atento, lo que el chico deseaba era no escuchar nada, como si al abstraerse de lo que lo rodeaba pudiera mantenerse a salvo. Así pasó un largo rato, hasta que armado de valor y miedo a partes iguales, alzó la cabeza y se asomó por la ventanilla, no vio a nadie; ya ningún ruido se escuchaba, ni siquiera el de algún camión de redilas cruzando el solitario camino. De un sólo movimiento se incorporó; mientras ataba los cordones de sus zapatos, al levantar la vista dio con el rifle y sin pensarlo siquiera, lo tomó, bajó de la camioneta a toda prisa y justo antes de lanzarse en su carrera hacia lo desconocido sus ojos toparon con el cuerpo inerme de Diego. Ante tal visión, el chico titubeó, pero fue la rígida palidez del hermoso rostro masculino lo que le impulsó a seguir adelante, sin mirar atrás. Corrió sin parar, hasta que sus extraviados pasos lo pusieron delante de la cueva en la que ahora se encontraba, abrazado casi de manera inconsciente al cuerno de chivo, lo único que le quedaba de Diego... a la espera de un atisbo de claridad... ojalá pronto amaneciera...
49 comentarios:
¿Y que paso después?
(Yo nomás espero que sea esta historia igual que las de Batman, "continuará mañana por a la misma batihora y por el mismo baticanal")
Para todas las personas es dificil escapar o negar su realidad; tarde o temprano ésta se nos aparece en una emboscada, en una mañana cualquiera o en un cuento.
Abraxas (saludos) me robó la pregunta. Este texto se me antoja una viñeta vertiginosa que deja con hambre de saber, por lo menos, cómo ocurrió el proceso de transformación-descubrimiento del Profesor, y qué hará el joven Diego con el arma.
También puede verse como una ráfaga: la violencia, incoherente y súbita, sobreviene sin explicación, y el problema no es vivir con ella, sino vencerla (¿cómo?) o esquivarla con la mayor fluidez posible... por lo menos hasta que amanezca.
Un abrazo reflexivo.
justo cuando estaba a mitad de tu relato me sorprendio el ruido del cielo con un trueno e inmediatamente ha empezado a llover de una manera inexpiclable... hace mucho calor y cuando llueve asi solo el clima empeora, pero como sea me encanto porque el ruido de la lluvio mientras se lee es algo que me encanta y esta vez me acompaña para ti.
Un relato lleno de detalles reales que me hacen trasportarme con facilidad al lugar de los hechos con el poder de la imaginacion, claro. Cuando alguien por la circunstancia que sea decide involucrarse en situaciones risgosas creo que siempre tienen en mente el peligro al que seexpone, no creo que sea sorpresa para Diego morir de esa manera, para al pequeño, tal vez se convierta en un ejemplo de supervivencia.
muy padre nena!!, me encanto... un abrazote fuerte.
¡¿Sabes?! Alguna vez pensé en experimentar la situación de Diego. Sabía que en ese mundo, entre perros podríamos destrozarnos, pero el hecho de imaginar eliminar a un ser inocente era algo inconcebible para mí.
En esta lectura de medio día, tu relato me ha gustado. Concuerdo también, que la manera de narrar-una pluma certera- incita a mi mente en imaginar; en este contexto, un regalo, siempre, de quien sabe las letras plasmar.
Sin necedidad de conestar el comentario, disfruta del día Marichuy.
Marichuy, muy buen relato de una realidad que pasa en estos días en este caótico país, caray hasta me dio escalofríos. Le pondré un final trágico eso seguro, claro lo tengo que meditar…pero conociendo mi imaginación acabará en final triste…sin mucha sangre.
Gracias por la invitación a leer tu cuento, me gusto mucho.
Saludos
me dejas pensativa... de acuerdo a tu relato no era el final deseado (en lo personal) para Diego...
desgraciadamente es una realidad en donde se ve inmersa gente inocente, las razones pueden ser miles... y el desenlace por lo general es el mismo..
un abrazo enorme Marichuy y esperamos leer la segunda parte...
=D
Abraxas
Oiga que esto no es… ¿cómo era?... “el blog chismógrafo de complacencias”, eh?, jajá
El final lo dejo a tu imaginación (Truffaut dixit), mi estimado Diabolo. Quizá para ti, lo más lógico sea que Dieguito siga el camino del Profesor; pero quizá transite por el opuesto o a lo mejor... ni siquiera logre regresar a casa…
Gracias por tu comentario
PS pero como soy contradictoria, quizá un día me de por escribir la historia de Dieguito.
José
No estaría ten segura. Creo que no es lo mismo negarla, así en seco, que intentar escapar de ella. Yo disto mucho de pertenecer al club del optimismo, pero siempre he pensado que algunos seres (muy pocos, es cierto), sí lograr escapar. Lo que ya no estaría tan segura, es qué tan promisorio resulte ese escape.
Saludos y gracias
Ivanius
Voy más con el segundo párrafo de tu comentario; al menos yo así lo veo: violencia incoherente (como es toda), súbita; quizá no sin explicación, pero casi siempre creciente como en espiral. En lo que diferiría, es en que, la mayoría de las veces, no hay opción y el quid es, ya no vencerla… sino aprender a sobrevivirla. Porque (como diría el hijo pródigo de Michoacán… si fuera más honesto)
“aunque no lo queramos aceptar, esta guerra no la vamos a ganar”
Un abrazo apesadumbrado y gracias
Sonis
Me acordé de mí… cuando estoy leyendo -digamos muy concentrada-, si de pronto se escucha un ruido atronador… yo, literalmente, brinco… en serio.
Esta historia -ficción sólo hasta cierto punto-, no debe diferir gran cosa de muchas existentes en la vida real. Pero Diego, así como este Diego, solo podía surgir en esa región de la Sierra Madre del Sur.
Sabes? Yo he llegado a pensar que quienes ingresan a ese “negocio”, no siempre tienen total caridad del berenjenal en el que se están metiendo.
Un beso y gracias a ti
Quantum
Pues con la pena de contradecirte, pero te contestaré... nomás porque se me antoja, jajá
Antes pensaba que quienes decidían ingresar a ese mundo, sabían en lo que se metían. En ese entonces era muy joven y desde mi lógica simple, nadie podía meterse en algo tan peligroso, sin antes saber a lo que se exponía. Pero hoy, ya no pienso igual. Más bien creo lo contrario.
Saludos y gracias
Querida Menospausas
Una realidad que siéndonos tan cercana, no terminamos de entender. Este Diego, como lo dibujé a mi gusto y medida, por lo menos ya era adulto. Pero hay muchos Diegos menores de edad; aquí y en, por ejemplo, Nápoles (recuerdas a Teo? Yo lo vuelo a ver en mi mente y créeme que siento una gran tristeza). El final de mi relato, queda abierto a vuestro gusto...
Gracias por venir a leerme acá, por darte un tiempito en medio de tus ocupaciones.
Un abrazo
Ana
En la vida real y más en ese tipo de "profesión", casi nunca se tiene un "final feliz"
De un medio como ese (el “Sistema”, como le dicen los napolitanos), difícilmente se puede salir. Quizá alguno lo logre; pero será la excepción, no la norma.
Y además, existe otra cuestión importante: quienes caen abatidos, casi nunca son los verdaderos capos... sino seres de menor jerarquía; generalmente hombres jóvenes, quienes -dadas las condiciones socioeconómicas que les rodean- resultan fácilmente reemplazables… jóvenes así como Diego.
Un abrazo
Me gustó la forma que utilizás para contar la historia, una especie de racanto que luego va aclarando las cosas.El personaje de maestro no tuvo demasiadas opciones en su vida y la que tomó le resultó mortal y el chico...otro tanto.
saludos
Mario
Gracias por venir a leerme acá
En México (y no sólo aquí), este tipo de historias, están lejos de ser mera ficción.
Saludos
Anoche me lo lleve impreso, pero de refilón me llamó la atención el coment del Diablo, luego de leer tu texto, dije: Si será el Diablo wey..... y pensé en todo lo que siguió.....
Pero ya se me debe de quitar lo metichón, es tu historia y tu sabes si Dieguito se convierte en un Gran Profesor, de esos de los que hacen falta, o en un implacable Guerrillero, que acabé con los malnacidos azules que azotan su región..... Si yo entrara de metiche a tu historia me las ingeniaba para que Dieguito trascendiera con ambos papeles, de día, un Gran Catedrático, eminencia en Humanidades, orgullo y admiración de generaciones..... y por las noches se transforma en un Profesional del gatillo, el más temido por los ineptos asustados, que saben que los 4 decapitados semanales de los últimos 3 meses son producto de la misma mente maquiavélica y justiciera, y ellos, tan maricones como su lider, ya ni siquiera quieren salir a las calles, pero como Dieguito es bien diantres se las ingenia y llega a todo rincón de la costa guerrerense......
Dieguito pobrecito, vivía obesionado con su profesión y con su venganza, hasta que en un Simposium en la Cd. de México conoce a un peloncito norteño bien simpático y carismático, con el que conoce un poco de lo mucho que la vida le depara en el medio de un desierto del norte, allá por donde los pecesitos y las tortugas tienen millones de años.... pero como se tuvieron que separar, ahora Dieguito está indeciso y sufre entre continuar exterminando pendejos azules o acudir al llamado del amor a las aguas saladas del norteño y carbonoso estado de su país que tanto ama....
2046
PS COMADRE si de por si batallo para venir a este lugar, si lo hago ya sabes es por mi enorme amor y admiración a tu persona, ahora me pones que teclee letras que nadie entiende y que yo no entiendo el objeto??? Pero está bien, me callo el hocico y te dejo
Besos con sabor a asalto a mano armada!
Otra vez
2046
Y luego??? no se vale Marichuy ... no digo mas sino te pones violenta, jaja. Yo creo q Dieguito ya valió. Slds.
Me deja pensando en la situación de muchos maestros rurales que no tienen a bien poder salir de la miseria en las que al igual que sus alumnos se encuentran y tienen que ¨aceptar¨otro tipo de trabajo para poder salir adelante.
Una realidad cotidiana que parece que en México, se da más de lo que pensamos.
Saludos.
PD: Estoy segura que Dieguito se convirtió en mafioso.
diria=un=che=boludo="diego?=diego=solo=
hay=uno!"=chale=y=ahora=porque=barricada=
para=comentarios?
Andale que bueno que el Sensei se manifiesta por lo mismo que yo, para que veas que no soy el único quejoso....
Esa es una censura aligerada!
A mi no me engañan!
Bye.
2046
Este es un Ángel Testigo que los de la Guarda andan escasos. Escribe Usted finito sin tropiezos, me atrae esa estructura rota; aunque si me gustarían unas claves donde las posibilidades queden abiertas, menos tajo al final.
Su escritura va como en desliz o como un caballo al galope, rauda, sin obstáculos, es decir bonito que escribe.
Saludos.
Me atormenta un poco pensar en esta realidad que describes
las pocas opciones, las buenas oportunidades y los finales violentos que vemos y compartimos en esta tierra
me gustó Mari, me gustó mucho la solemnidad de la historia y el final dejándonos en vilo y pensando ml salidas
yo sí le encuentro un desenlace suspendido y fuerte.
Besos
Champy
Jajá… insisto, querido: ¿qué vitaminas tomas; qué infusiones bebes; con quién duermes? Tienes una imaginación de lo más recreada. Mira nomás, casi estás cometiendo un acto de sedición (dirían los ineptos guardianes del orden establecido de este rancho alicaído) y lejos de verse como algo reprobable, suena casi romántico y además... me tiene atacada de risa
(y mientras te contesto, suena la voz de Carl Bruni diciendo:
«Ma vie, ma vie, ma très ancienne
Mon premier vœu mal refermé
Mon premier amour affirmé
Il a fallu que tu reviennes,
Il a fallu que tu reviennes»)
Ja, tenías que ser tú… sólo tú podías proyectarte en esta historia atravesada por la tragedia y la melancolía.
Besos y gracias
PS ¿la palabra verificadora? sipi y luego, para colmo, salen puras de tipo churrigueresco; como yo soy una floja y distraída, tampoco me hacen feliz esas monerías (pero que Mau no se entere de mis quejumbres… jajá, besitos Mau)
Gerapo
Violenta yo?
No... qué va; jajá
Y yo quisiera creer que el camino de Dieguito, quizá no esté del todo "cercado"
Saludos y gracias
Malquerida
Desafortunadamente así es. Una realidad más común de lo que quisiéramos creer e infinitamente más violenta y miserable.
Respecto de la suerte de Dieguito, usted no sea tan pesimista (te lo dice alguien que jamás ha formado parte del club del optimismo); pero para eso son los finales abiertos, para que cada quien construya el suyo.
Saludos y muchas gracias por tu comentario
Chilly
Diegos hay muchos (y mira que los ches me encantan); el que es único, es uno llamado Diego Armando y apodado "el Pelusa".
De las barricadas no sé darte razón, como dicen en mi pueblo cuando desconocen la situación o paradero de alguien.
Saludos
Champy
Para "censuras aligeradas"... la aplicada a los "Tigres del Norte"
Esto es sólo una palabra verificadora.
Besitos sin asomo de censura
Lumpenpo
Ay poeta, me deja usted desangelada. La oración al Ángel de la Guarda es la única que no he olvidado... ahora entiendo tantas cosas.
Gracias por esa observación. Le cuento: después de subir este relato, en medio de mis prisas por irme a trabajar, me quedé pensando en que más adelante me gustaría retomarlo y darle una especie de continuación. Pero ahora, tras leer su sugerencia, pienso que quizá le vendría bien introducir una especie de trama en paralelo, como en flashback. No sé bien; ojalá puede hacerlo.
Gracias por su comentario y saludos
Mau
Esta realidad nuestra de cada día, violentada y miserable; a la que desafortunadamente, tal pareciera que ya nos estamos acostumbrando.
Gracias porque te gustó
Besitos
Marichuy y yo llegando tarde pero creo que me agrada me haya tardado... me haya yo tomado el tiempo asi de necesario para saborear sorbo a sorbo esto...
no se bien porque .. y lo malo es que no solo sucede en la literatura que "lieralmente" siempre pasa algo abrupto donde viene a romper las cosas y muchas veces de una manera abrupta o con un tono de golpe seco o de metralleta
siempre tengo que venir a leerte despacito para disfrutarlo
tal vez la magia recae en que tu nos das la oportunidad de imaginar un final o como contingua esto
beso
Inesperado. Tomaste tu camara y nos trajiste este relato, al principio, lo de los dos diegos, me recordo aquello de las dos elenas, luego no pudo haber un cambio mas brusco de accion, hay algunas imagenes que se quedan, o que no "ni siquiera el de algun camion de redilas cruzando" cosas, detalles como esos, son los que le van dando fuerza al relato.
Un abrazo. (o dos o tres)
Excelente narración. Tiempo y ritmo en ascenso cierran el círculo justo en el momento que comienza el relato. Felicidades.
Muy buen relato, al pobre de Dieguito lo que le queda es un cuerno de chivo como única defensa (esperemos que sea temporal) y cómo único recuerdo de la persona que tanto quiso. Pesda carga tiene ahora en el alma y en las manos.
Saludos.
Jolie
Cómo decía mi amigo soñado, esto pasa porque la vida es caraja y sólo dura dos días. En un instante, Diego contempla el paisaje neblinoso y frío de la Sierra, pensando (quizá) que eso era lo más sosegado que ha vivido en mucho tiempo. Y al siguiente, cuando menos lo hubiera imaginado, un giro violento, más que abrupto brutal, lo puso delante de la nada.
Beso friolento
GAB
Un relato ubicado en una zona que quizá te parezca tan lejana (entre Sonora y la Sierra Madre del Sur, hay varios Méxicos de por medio).
La verdadera fuerza, radica en la violenta realidad que hay detrás de este pequeño relato.
Gracias por tu comentario
Abrazos (para no limitarnos, jeje)
Misuangelo
Es usted muy, demasiado diría yo, amable conmigo y con este escrito.
Se lo agradezco en igual medida.
Saludos
HellForger
Muy cierto. Una carga, en el alma, en la memoria y hasta en el estómago (porque esas cosas se sienten en la boca del estómago también), demasiado pesada para un niño de doce años.
Le agradezco su comentario
El nombre de Diego es simplemente encantador...... si llegara a tener otro hijo además de Maximiliano, seguramente se llamaría Diego. :D
Ah los contratos verbales.... siempre que llegan a mi oficina con uno de esos, yo sólo pienso "bonita friega me han arrimado ahora".... ;)
Pero en efecto, la sóla voluntad de una de las partes, no es suficiente para su terminación.
.... Siempre he creído que todos tenemos un precio, unos más alto que los demás, pero... al final de cuentas, ¿quién no ha sucumbido a sus más bajas pasiones?
Abrazos Marichuy!!
Lo dicho hecho está, y el pecho erguido vibra ante el reclamo inerte de la justa demanda.
Turna nuestra queja (uy si ya metí al Sensei en mi queja) a quien juzgues correspondiente y conveniente (si esta palabreja aplicase), que al cabo que para lo que vengo, me importa un pito las reglas administradoras (diríase mi Oliverio), Yo alla te veo hasta 4 o 5 veces al día taaannnn a gusto.
Por ciento, allá te voy, pero es que el Chilly ya dijo todo y es Lunesss.....
2046
Jess
Desafortunadamente no siempre es así: hay quienes se tasan muy por debajo de lo que en verdad valen; también, quienes se venden por tres monedas (y no me refiero a Judas Iscariote, precisamente).
En cuanto a los contratos verticales, ¿sabes qué pienso, mi estimada Jess? Que peor que un Contrato Vertical (primera noticia, gracias) son la “letras chiquitas” de los acuerdos verbales, las “letras chiquitas” de las relaciones entre dos... o tres.
Bello nombre el de Diego; a mí me gustan Emiliano y Sebastián.
Abrazo y gracias
Champy
Hasta te pareces a mí en lo quejumbroso, mi querido.
Besitos vivísimos (es un decir), en este día de los fieles difuntos
Mi querida Marichuy!!
Qué buena historia, tan real y triste. me he quedado sin palabra alguna. Espero la continuación...
Cariños, bajo una intensa lluvia.
Sqysay
Querida, gracias por venir a leerme aquí y también, porque te ha gustado esta historia… tan real, sí.
Un beso bañado por el sol otoñal y matizado por el viento fresco, pero ya sin lluvia
Un relato con muchísimas posibilidades, Marichuy. Tanto como ha quedado, abierto; o tanto por sus potanciales continuaciones o tramas paralelas. y sugerente.
Enhorabuena.
Una abrazo.
Fernando
Gracias por tu amable lectura; por esa mirada realizada desde la apertura.
Un abrazo
Marichuy: Solo ahora me he podido sentar a disfrutar tu texto, porque lo disfrute, detalle a detalle. Me hiciste recordar una sensacion olvidada, quizas por ser propia de la primera infancia, en la que cerraba los ojos y me tapaba los oidos para esconderme del mundo, aunque me quedara en medio de todos. Si el mundo no estaba, yo no estaba. Curioso.
Yo no espero otro final que ese. Suficientemente sugerente para mi imaginacion.
Saludos atrasados.
Pelusita
De niños, creo que todos hemos sido alguna vez un poco como Dieguito, no? Cerramos los ojos bajo esa cobija y así creemos, así sea por poco tiempo, que lo de afuera, lo que nos asusta o amenaza, ya no está.
Saludos
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