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14 diciembre 2009

Volar




Por Mara Jiménez

Siempre que viajo en avión, pareciera que la altura cobra un precio sobre mi conciencia. La mayoría de las veces voy hacia mi destino alerta y muy analítica; tanto que en ocasiones he pensado en el plan de dopaje recomendado por varios amigos tripfóbicos, consistente en un antihistamínico y una botellita de vino tinto de 250 ml… pero no… siempre termino aguantando a pulmón el despegue y el arribo. Debe ser porque de momento no me siento mal, y no me doy cuenta de lo desordenados que se ponen mis sentidos y mi cabeza. Eso me pasó hace poco al aterrizar en Dallas FT, que debe de ser uno de los aeropuertos más grandes del mundo. Ya de por sí, el sólo acercamiento a la ciudad en esa vista de maqueta me dio la certeza de estar observando el mismo paisaje que inspirara a Tim Burton para el primer paneo de cámara en “Edward Scissor Hands”, y en seguida la idea de tanto orden y perfección me hicieron invocar un poco del caos de chilangolandia. No tenía idea de que el caos podía ser tan sutil como el que iba a presenciar un rato después.

La promesa de estar 3 horas por conexión en un aeropuerto, lejos de asustarme me hicieron planear un ejercicio exhaustivo de mi poder de consumo y una inmersión total en el mundo frívolo de la superficialidad, así que apenas aterricé en la terminal D, pregunté a qué hora y en dónde tenía que abordar mi próximo vuelo, solicité un mapa, descifré la incipiente ruta del sky line o trenecito gracioso que te lleva por todo el aeropuerto, y comencé a explorar las tiendas con un inquieto bolsillo que daba machicuepas por vomitar su verde contenido.

El primer encontronazo con el mundo real fue un aviso de hambre por parte de mi inoportuno estómago, que me hizo enfrentarme a los primeros patios de fast food que últimamente han dado por producirme un efecto contrario al hambre, así que, mapa en mano, me dirigí a la terminal C a buscar una promisoria cafetería que en se llamaba “fresh no-sé-que”, con la ingenua intención de comer algo fresco… en un aeropuerto… en Dallas (!!!) El resultado de dicho expedición fue una manzana fría, casi congelada, y un gusto de desencanto en la boca. Entonces, caminé sin rumbo, con esa expresión de turista anónimo que tenemos todos guardada para estos casos.

Tan asumido estaba el personaje, que no escuché cuando anunciaron la llegada del vuelo, ni noté el silencio que se hizo de pronto, ni entendí unos minutos después la atmósfera enrarecida que como una neblina soporífera parecía rodearnos a todos. Descubrí los motivos con solo dirigir la mirada al mismo lugar donde todos miraban. De una de las salas emergían los soldados, con su uniforme color arena, con los rostros algo quemados por el sol, con las botas altas e incómodas, boleadas pero gastadas, con los ojos mirando al frente pero la expresión llena de arena, con las manos limpias pero algo salpicadas de sangre y lodo, con las cabezas casi rapadas, pero los pensamientos enmarañados y traslúcidos, llenos de horrores de hombres vencedores y vencidos; en sus espaldas cargaban mochilas, pero llevaban también miles de años de historia de un pueblo remoto del que hasta hace poco no sabían ni pronunciar el nombre; atado en el sambrán, les colgaban recuerdos indelebles y una cadena interminable de dudas a algunos y de negaciones a otros. Salían caminando, pero al final marchaban fuera del avión en el ejercicio interminable de su disciplina militar. Mi garganta se cerró. No más manzana… “Estoy en un país en guerra, esto es un país en guerra…” me repetía esa consciencia insoportable.

Cuando pensaba que los ojos no arrasarían y que la impresión inicial del silencio había sido superada, salieron del avión ellas. Ellas como yo, pero con uniforme color arena; ellas como yo, pero con el pelo escondido o atado como si de una frivolidad se tratara; ellas como yo, sin ojos verdes ni azules, pero de miradas tristes y de cien años más viejas; ellas como yo, con caderas y cuerpos de mujeres de estas tierras, librando una guerra que no les pertenecía por el simple hecho de redimirse ante la vida prestada que viven allá. Una de ellas cruzó su mirada con la mía, traté de sonreír y ella hizo lo propio, devolviéndome una mueca mal ensayada, como si nunca hubiera aprendido a sonreír. Se alejaron en silencio. Desaparecieron en medio de un remolino de arena. La sala C volvió a tomar su ritmo en unos segundos, y solemnidad fue pisoteada por un altavoz que me anunciaba que debía volver a la sala D.

Compré un libro para mi hija. Llamé a mi amiga que vive en Israel y le dije que la quería y la extrañaba. Tomé el avión rumbo a mi destino final. Lloré en silencio.

El próximo viaje aplicaré el antihistamínico con vino tinto.

TX, USA, Nov 2009.

imagen que acompaña:DFW Airport Skylink Map

22 comentarios:

Pelusa dijo...

Sip, en casos asi es una buena solucion el dopaje.
Buena narracion, Marita. Interesante historia. No podias menos que llorar.
Los aeropuertos, al ser tierra de nadie, se deshumanizan de una forma espeluznante. Mi paso por ellos tiene una historia breve y muy reciente, y asi y todo ya tengo cosas raras para contar.

Besos!

Ivanius dijo...

Cuánto habrá en esa "tierra de nadie" que cualquier viajero, aunque no sea necesariamente frecuente, tiene por lo menos una viñeta para contar.

Me gusta leer esas pinceladas de anecdotario, puntuado el ritmo por las emociones. Gracias.

marichuy dijo...

Mara

Nunca he padecido síndrome del viajero, ni fobia-trip; al contrario, creo que tengo filia-trip; ni siquiera miedo a volar. Es extraño, pero me gusta mucho viajar en avión..

Lo que me impresionó de tu relato, es que a medida que ibas describiendo a los soldados, yo me iba poniendo nerviosa. Los militares per se me provocan miedo; los gringo me generan horror. Si están en guerra es porque su gobierno se empecina en seguir siendo el Big Brother mundial y ni modo, eso tiene su precio... Matar siempre lo tendrá. Desde que tengo uso de razón, me he preguntado qué cosa hay en la cabeza, en el corazón de alguien que decide ser soldado y con mayor razón siendo oriundo del mayor belicista del mundo. No sé; es algo que jamás entenderé, en mi cerebro limitado, la guerra es como dijo Saint-Exupéry: una enfermedad… como el tifus.

Un beso

L u l ü dijo...

Maxi Prima

No sabia lo que te provocaba volar. Por desgracia cuando se viaja sola, lo mejor es no doparse ni con el vino tinto.
Guerra? ellos siempre estan en guerra desgraciadamente. Estoy en contra de las drogas pero entiendo que en la barbaridad de las guerras, las consuman...
Me pasa como a Marichu que si hay soldados que me dan temor, son los norteamericanos
Ah me ha pasado como a ti, creo en la frase comida fresca y........me imagine lo terrible de tu manazana jajaja

Un beso

Mini Prima

LUMPENPOETA dijo...

Una maravillosa manera de enlazar aeropuerto, manzana y guerra en tierra ajena. Entonces nos descubres un complejo de pensamientos, como enjambre de palabras y palabras, que se resumen en lágrimas que condensan la verdad del imperio y la fragilidad de los mortales. Guerra injusta del imperio en países innombrables en estrategia de standares oil y coca colas para arrebatar el mundo a los pequeños, ley de la selva en siglo XXI.

Abrazos decembrinos de un quesque poeta en naufragio.

MauVenom dijo...

Pues me produces conflicto con esta narración porque no sé bien que pensar... de mí mismo

es tan absurdo como decirte que la mitad de mi vida se me ha ido trepado en aviones hacia todos lados y es cierto) me desagrada mucho volar

lo que pasa es que amo viajar.

Por otro lado cuando todo el mundo habla de Estados Unidos pareciera que se abriera un mundo de horrores que yo sería muy hipócrita en decir que comparto pues la otra mitad de mi vida se me ha ido ahí y conozco mucho más que los demás... y no hablo de Disney o del mall, hablo de la gente

pero

con todo y eso

se me hizo muy curioso leer "este es un país en guerra" porque es algo que he pensado mil veces estando ahí... un país permanentemente en guerra... capaz de justificar las cosas más espantosas con un disfraz patético de busca/democracias... son como un asesino serial políticamente correcto.

Odio la guerra. Odio las invasiones y la falta de respeto

y las manzanas congeladas... pero las amo en pay.

Quién me entiende.

MauVenom dijo...

Oye

y besos muchos.-

Nid Mar dijo...

Hola!!
Pues esta anecdota me recuerda a la primera vez que viaje en avion.. xD

cuidatep
saludos!!
http://sonrisa-sensible.blogspot.com/

Anónimo dijo...

como que veniste y no nos vimos.. nos hubieramos encontrado para comer unas manzanitas mas decentes, caray!

entiendo el shock que puede causar ver cosas deeste tipo, pero es parte del significado de un viaje, conocer culturas y maneras de pensar diferentes, adaptandote a politicas y sistemas distintos al que en el pais propio nunca se han vivio por fortuna. o por lo menos no a tal grado.

Muy bueno tu relatoanecdotacuento...no se como se diga, estuvo padre nena!

un abrazote

Mara Jiménez dijo...

Pelusita: Tienes razón... son como tierra de nadie y de todos. Lo unico que hay que hacer es andar con cautela para no volverse transparente. Un beso CAPRICORNIA!!!!! Ya casi nos toca!

Mara Jiménez dijo...

Ivanius: Así es , es solo una pincelada de una madeja interminable de historias entretejidas. No por gusto a los argumentistas les es tan fácil acomodar situaciones dramáticas ahí... el "Deux Machina" que le dicen, jejejejejeje. Tengo una deuda con usté oigame!Un beso.

Mara Jiménez dijo...

Marichuy: No! Si a mi tampoco me da miedo, por eso no he aplicado el dopaje. Lo que pasa es que me ha tocado mucho viaje solita en alma, y me pongo en un estdao alerta-analítico-sensibilero, que me encierra en unas reflexiones medio tortuosas a veces, y otras de risa incontenible, je.

Yo pensaba lo mismo de los soldados. Tengo por naturaleza y deformación profesional un rechazo a TODO lo militar de todos lados, pero he conocido gente que ha tendio que torcerse por ahí como única opción de vida, y eso me hace trizas, por las mismas razones que a ti.
Del PUEBLO gringo... que decir? Creo que el más manipulado del planeta... Del gobierno... ya tu lo dijiste. Lo más impactante de estos soldados, era que el 90% eran latinos... carne de cañón al servicio de intereses ajenos... =(
Un beso Marichuy!

Mara Jiménez dijo...

Mini Lu: Creo que fue Hitler (¿quién más?) quien dijo que el estado natural del hombre, es la guerra... yo no quiero creer en eso... entonces creo que mejor doparse!!!! Un beso.
La maxi yo

Mara Jiménez dijo...

Lumpenpo: Asi como enjambre se me emontonaban los pensamientos ante tales visiones. Es de esos momentos en que uno no solo comprende sino que aprehende la verdad, en este caso cruda y como bofetada... para colmo, acompañada de comida plástica!
Un beso y abrazos decembrinos POETA!!!!

Mara Jiménez dijo...

Mau: Yo ADORO viajar!!!! Pero creo que estas experiencias, dolorosas o no, son parte de la experiencia. Yo levanto la mano para vivirlas una y mil veces, a este y otros costos. De los americanos... como le decía a marichuy, no los juzgo con la dureza que juzgo a sus gobernantes. Me hace gracia cuando algún compatriota me marca que ellos se portan bien y no exceden los límites de velocidad, o que no tiran basura en las calles... es muy ingenuo no darse cuenta del control y la represión a las que han sido sometidos.
AMO EL PIE DE MANZANA!!!! Con harta canela, por favor... jeje! Y el pastel de zanahoria también!

Besos de entendimiento, cariño y agradecimientos varios...
La rebelde del grupo =(

Mara Jiménez dijo...

Sonrisa: gracias por tu comentario y bienvenida a este espacio.
Saludos.

Mara Jiménez dijo...

SONIIITAAAA!!!!! Pos yo no sabía en que parte de Texas estabas... y mira que pensé en tí, porque fui cómplice de un artilugio del que eras destinataria!!!!
De acuerdo contigo, es el riesgo de salir de nuestra burbujita de mexicalpan.
La próxima vez... ¿me llevas a comer rico? Paso mucha hambre cada vez que voy a USA, y ya me dijo un amigo que vive en DC que es porque NO SÉ donde comer =(
Un besotote mi Sonita de ojo prodigioso!

Anónimo dijo...

ya rugiste! ;0) estoy a 15 min de este aeropuerto de Dallas FW, asi que cuenta con ello, definitivamente hay lugares increibles para comer.. ya veras

te acordaste de mi.. que artilugio, tu!?.. ya me pusiste a pensar =0p

besitos, cuidate!!

Jo dijo...

a veces yo cuando suelo abordar un avión y viajo sola.. me sospecho que me siento especial.. o rara
... y ajena me pierdo mirando tras la escotilla del avión las luces que se logran decifrar por debajo de las nubes...

en definitiva me causa cierta compulsión a la tristeza eso de los viajes pero curiosamente son a veces los qu eme devuelven un poquito de esperanza

besos mara¡

Anónimo dijo...

me encanta viajar Mara... en avion, tren, barco, autobus, automovil... lo que sea, no importa!
lo escencial es conocer gente, lugares, costumbres... y manzanas congeladas...
pero que triste es darse cuenta que aveces la belleza se lleva de la mano con tanta tristeza reflejada en un solo rostro...
abrazos
=D

Canalla dijo...

Los viajes tienen la magia de hacer insoslayable la realidad... menos en Suiza porque ahí la entierran. Ahora imagínate NYC el 12 de septiembre... En el pecado llevan la penitencia (los gringos): vivir en constante estado de psicosis; drogarse con sus propias ideas, ver a Larry King todas las noches...
Saludos.

Paloma Zubieta López dijo...

Recibo con gusto e inquietud los ecos del aeropuerto aquel. Me he quedado perdida en el laberinto de pasillos, todo me parecía frío y la manzana no hizo sino refrendarme la sensación de Polo Norte. Con el alma congelada y el susto hasta las pestañas, todavía me sorprende y me irrita el paso de los militares (me sumo al miedo compartido) y no quedan sino pensamientos llenos de desesperanza y arena entre los dedos como testigo de lo que alguna vez fue. Me subo al torbellino de emociones, ha sido un placer volar contigo... Dejo un beso que, como asiento salvavidas, logre salvar por siempre el recuerdo de aquella jornada perdida en tus fantásticas letras. ¡Vienes con todo, comadre! ¡Salud!