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02 diciembre 2013

Una vez al año


por Ivanius

Cuando el suelo cruje sé que vendrán pronto. Es tiempo de volver a contar la leyenda de nuestro origen, la que da sentido a tradiciones que ya eran viejas cuando nuestros abuelos, y los abuelos de nuestros abuelos, no eran siquiera una semilla. Las historias que nos hacen soñar y nos recuerdan quiénes somos. Por una noche, a todos se nos olvida la prisa y nos damos el tiempo para las voces de los mayores.

Siempre estamos cerca, pero el resto del año cada quien se ocupa de sus cosas. Además, en los otros días y las otras noches hay demasiados ruidos en el aire, demasiadas distracciones. Por eso cada quien debe hacer acopio de fuerzas y no ocuparse de los demás.

Mi historia favorita habla de lo que vendrá después. Me gusta pensar que será como dicen: que ungirán mi cuerpo con aceites y mis extremidades brillarán llenas de adornos, que estaré rodeado de fragancias y presencias. Que la admiración no será una competencia, sino un estado, porque cada quien será plenamente lo que está llamado a ser.

Otros dicen que los que llegan en esta noche son los agentes del destino, y que todo lo que hacen está previsto. Que sólo algunos de nosotros, los más jóvenes, nos quedaremos aquí una vez que ellos --los ancianos y los otros-- hayan cumplido su misión. Que así tiene que ser.

Quizás todo son rumores y verdades a medias, palabras en el viento, susurros entre las ramas. Tal vez haya algo después, pero nadie lo imagina ni lo explica, porque no sabe cómo es, o porque no le ha sido posible regresar a contarnos. O tal vez sí, pero no lo hemos reconocido.

Sólo nos queda esperar, y crecer, y multiplicarnos. Ese es el último sentido de las historias: la esperanza. Esa también es la última palabra que escuchamos, una vez al año, de boca de nuestros mayores ahora que somos jóvenes, con la encomienda de transmitirla.

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Veamos qué hay detrás del número tres: un juego de recámara con base matrimonial, cabecera y dos burós. También un amplio librero y centro de entretenimiento, junto a un hermoso antecomedor de aglomerado con cuatro sillas: todo en madera de pino de primera calidad con acabados tipo caoba y barniz resistente a las rayaduras, junto a una dotación completa de productos de limpieza con aroma a bosque para el cuidado del hogar. Este es el premio principal de hoy, cortesía de Muebles Frondoso.

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"Mira, papá: ya terminamos de decorar el árbol. ¿Qué te parece?"

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Esta historia, hace mucho tiempo, fue escrita con lápiz sobre hojas de papel. Y sin usar palillos de dientes.

"Una vez al año". Relato de Ivanius. Texto:  © Chanchopensante.com Imagen tomada de Wikimedia Commons.


1 comentario:

la MaLquEridA dijo...

Los arboles debieran ser sagrados de esa manera nadie los tocaría y menos para hace muebles o cosas mundanas.




Saludos IvaniUS