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13 septiembre 2010

el infierno


por  marichuy
*si les apetece, podrían acompañar la lectura de este relato escuchando no me dejes

Cada vez que Sebastián miraba a Odette, su esposa, sentía que su corazón dejaba de latir, como si muriera un poco a causa de la conmoción que su sola presencia le provocaba. La amaba desmesuradamente, de una forma, decía su madre, que no era normal. Los hombres no deben amar así, solía repetirle la autora de sus días ante el temor de que un día el corazón de su amado hijo en verdad dejara de latir y porqué, además, su nuera no le gustaba nada. Y no sólo a su celosa madre le parecía excesivo el amor que Sebastián le profesaba a su mujer. Alejandro, su mejor amigo, más de una vez le había comentado que su forma de amar estaba bien para una heroína de novela romántica decimonónica, pero no para un financiero del Siglo XXI. Pero a él no le importaban las opiniones ajenas y a tales señalamientos respondía: ¿quién determina cuánto debe o no amarse, en dónde está la tabla de medidas donde se señala hasta qué límite es correcto amar? Para Sebastián lo único que importaba era lo que Odette sintiera, pensara, hiciera, gozara o sufriera… todo. Si el genio de la lámpara de Aladino se le hubiese aparecido, le habría pedido como único deseo poder adentrarse en los pensamientos de ella, en especial cuando se quedaba callada, lejana, a miles de km de él. Cuando eso pasaba, generalmente en medio de la lectura de algún libro o escribiendo en su laptop, Sebastián la sentía tan inasible, que deseaba con todas sus fuerzas poder saber en qué o en quién pensaba ella, en dónde se hallaba en ese momento, quién desvelaba sus sueños despiertos, quién poblaba sus recuerdos. Hubiera querido saberlo todo, todo lo que no sabía, todo lo que había en su pasado y en su presente desconocido para él. Sufría tanto como la amaba, cuando a su sentir ella se le escapaba como agua entre los dedos, no porque se alejara físicamente, sino por la infranqueable distancia que parecía haber entre su vida con él y esa otra vida virtual. Y le dolía; le pesaban como un plomo esos silencios, sentirse excluido de sus pensamientos más íntimos, de una parte de su vida. Le abrumaba no poder entrar en esa esfera que ella parecía cuidar tan celosamente. Y en medio de esa perenne ansiedad por saber todo de ella, en paralelo a su inmenso amor, Sebastián fue siendo invadido por otro sentimiento, uno tan abrasador como su pasión por ella, pero infinitamente más doloroso y quemante: los celos. Y así, un buen día se encontró escudriñando sus gestos más insignificantes, buscando en cada movimiento, mirada perdida, suspiro y estremecimiento de ella, una razón, un motivo, la existencia de alguien más y con ello, el temor de su abandono. Necesitaba saber qué le robaba sus pensamientos, quién le causaba esas miradas melancólicas perdidas en la contemplación de los cielos plomizos al fin del verano, en quién soñaba cuando él se acercaba sin hacer ruido y rodeaba su talle aprensivo, posesivo, provocándole un súbito estremecimiento. Mi reino por tus pensamientos, solía preguntarle alguna noche tras hacer el amor, a lo que ella respondía entre divertida y somnolienta tu reino no vale mis pensamientos, para luego acurrucarse en su pecho y quedarse profundamente dormida, dejándolo sumido en una profunda desazón acompañada de insomnio. Y del escudriñe de gestos y miradas, muy pronto Sebastián pasó al vulgar espionaje: empezó a seguirla, a escuchar sus conversaciones telefónicas, a hurgar en los cajones de su ropa íntima, a deshojar libros y cuadernos, a devanarse los sesos intentadodar con el nick de su laptop, en busca de claves secretas, de notas, de lo que fuera, cualquier seña del engaño que debía ser el causante de los silencios y miradas nostálgicas de su mujer. Sentía celos de la computadora; no entendía por qué pasaba tanto tiempo frente a ella y menos qué y a quién, escribía. En su mente sólo podía caber la idea de que por ese medio (internet) se comunicaba con alguien más. Pero no la enfrentaba, ni siquiera cuando ella lo llegaba a sorprender escudriñándola y a pregunta expresa de qué pasaba, él repondría con vaguedades. Los meses se consumían bajo esa dinámica, al tiempo que él se consumía en su infierno de celos avivados por las variadas historias de infidelidades que su afiebrada mente había delineado, hasta llegar al colmo de cifrar en un chico de 20 años, a quien su mujer daba clases de inglés por las tardes, al causante de sus celos, pues él era el único hombre mayor de 6 años con quien Odette, educadora en un jardín de niños, trataba de manera cotidiana. Llegó el momento en que ya no pudo más y, negado como estaba a aclarar dudas con ella, decidió tomar la odiada laptop y llevarla con un experto en descifrar claves e invadir computadoras ajenas. Si frente a esa maquinita pasaba buena parte de su tiempo, era porque ahí guardaba los secretos de su infidelidad, esa que Sebastián estaba seguro existía. El experto no hizo preguntas (hacker con reparos morales o éticos, no es digno de respeto), dándose de inmediato a la tarea solicitada. Y por fin, tras varios intentos en vano, logró acceder a la vida virtual de Odette, con un resultado decepcionante (el hacker anhelaba hallar una historia truculenta, cuasi pornográfica, que justificara la aprensión de su cliente), pues ni en su cuenta de correo electrónico, ni en las de las redes sociales a las que estaba adscrita, o en sus archivos de texto, encontró el menor indicio de una infidelidad virtual. Una vez revisado el disco duro y demás depósitos de información de la laptop, y no sin algo de sorna, comunicó al paranoico marido que su mujer, amén de ser una bloguera medianamente exitosa e incipiente tuitera, a lo que más se dedicaba era a la escritura de una novela en la cual pretendía rehacer el destino de la célebre adultera suicida Emma Bovary, cuya infidelidad y destino fatal parecían obsesionar a Odette, a juzgar por la gran cantidad de información y los varios textos alternativos que tenía para los capítulos que llevaba escritos…



imagen: fotograma del film L'Enfer, de Claude Chabrol


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33 comentarios:

Lilith Lalin dijo...

al final todos tienen obsesiones

José dijo...

Después de aventarme la reseña de la película "El infierno", y preguntarme ¿Desde cuando Marichuy escribe crítica de cine y luego mexicano? Descubri mi error en segir las ligas. Y aquí estoy leyendo el infierno.
Describes bien la espiral ascendente de ese
sentimiento que son los celos. Pero creo (y que bueno) que no has sentido a plenitud a ese demonio, aparte de que visualizas los celos en un hombre desde tu punto de vista femenino. Y luego se pierde un poco la fuerza del personaje de Sebastian y su infierno, opacado por la personalidad y mayores detalles (por obvias razones) del personaje de Odette.
Como sea me recordaste mi época de celoso obsesivo.
Te comparto un escrito de esa época, que justamente se titula infiernos:

Infiernos

Noches negras, pesadas sofocadas
Saberte oculta en cualquier rincón
Terror de abrir los ojos
Dispuesta a saltar, caer en ellos.
Rasgar de sueños,
machacado de cerebro,
Paladear la aflicción,
Hurtar el sueño,
Revolcarte en desesperación.

Hay infiernos más tolerables,
Que también roban el sueño,
Saberte oculta en cualquier rincón,
Trocándote en piel hembra
Que todo lo llena

Noches calidas, densas
Inundadas de olores
Almizcles rezados
Por los poros de mi dermis
Sabores, degustados
Masoquista ensoñación
De tu cuerpo en movimiento
procaz la palabra
El gemido suspenso
estertor grito
de tu nombre.

Pero hay infiernos peores
Que carcomen, envenenan
Queman el cuerpo
que son crujir de dientes

Aves negras, volando dentro
Revolviendo tus vísceras.
Perros hambrientos, que ladran
Y devoran mi cuerpo

Celos voraces
Alimentados por tus ponzoñas
Verte limpia, tersa, bella
“Te acompaño” “No, vete”
Dispuesta a ofrecer tu amor
Con el cuerpo oliendo a entrega
Rostros conocidos y desconocidos
Danzan como brumas
Que te habrán de poseer
Que se hartaran de tu ser

Inundaras tu cuerpo
y quedaras vacía de ti.
afirmas “será pronto”
No se si será o no fue
La herida ya esta abierta
Rellena de tu sal.

Como veras, aparte de todas las comas fuera de lugar y el estilo desordenado e incoherente; los celos masculinos son más de carne, de visceras, de moretones en la piel, de rasguños sin explicación, de baja autoestima, de competencia con otros hombres, de un origen animal. Bueno hablo en lo que a mi concierne que soy untanto cuanto más primitivo jejeje.

Un abrazo mi Marichuy, no dejes de regalarnos tus letras.
No sbes cuanto espero los día que te toca salir por estos lares.

malbicho dijo...

(je, je... me salió la palabra "pedante" en la verificación... qué?, hay identificador de mensajes aquí?)

si hay un infierno seguro es en los celos, que más que un lugar común es ya una zona atestada, lo bueno es que este pobre hombre descubrió que su bloguera medianamente exitosa -y modesta- e incipiente tuitera sólo le ponía los cuernos con emma bovary, y seguro suspiró aliviado

claro, hasta que ella se refugie en la maga o en lisbeth salander

La abuela frescotona dijo...

creo que solo los celos, superan el dolor del mal de amores.
el ser celoso, vive en carne viva, no tiene paz, no tiene goce.
temía que la historia fuese trágica, me gustó el final.
abrazos Marichuy

Darío dijo...

Los celos son buena pimienta, pero este, se zarpó con el picante...

virgi dijo...

Lo que me ha parecido genial es que Odettte estuviera pensando en Emma Bovary.
Le has dado una vuelta de tuerca estupenda, pero me parece que si siguieras algo más, esa pareja no acabaría bien.

Besitos

LUIS TORRES dijo...

Muy bueno el final del relato. Historias de celos se cuentan por montones en este mundo y tu historia es muy interesante. Me gusto como has creado en tan poco espacio a un personaje (Sebastian) tan interesante y conflictivo.

Saludos.

Pelusa dijo...

Me gusto tu relato.
Los celos son sin duda uno de los peores infiernos en la tierra. Y el giro que las emociones le dan a la vida de este personaje (Sebastian) se ve muy bien reflejada en el formato de tu relato: un largo parrafo sin pausas, en el que una idea arrastra a la otra sin descanso.
No puedo evitar recordar a Otelo, pero mas que a el, a su Desdemona, tan inasible, tan lejos de este mundo... Nunca me ha quedado claro si no fue ella, como tu Odette, y su comportamiento irreprochable la causante de todo.
Un beso.

QUANTUM dijo...

¡¿me amas?!
sí, te amo
¡¿me amas?!
sí, te amo

mucho
mucho
muchote
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Madame:

Leí el título de su relato y enseguida escuché la canción triste... e inevitablemente sentí un nudo en la garganta.

Usted ya me ha dicho en varias ocasiones que soy amable en exceso(algo que no me gusta escuchar, por cierto). Disfruto leerle y temo que mis letras se vuelvan trilladas, pero es que su luz es constante y mi confesar también.

Usted es capaz de hacerle sentir al lector un poco de angustia, incertidumbre; pero también de alegría, de paz; un poquito de todo. Cuando usted escribe ¡Qué tanto me hace sentir!

QUANTUM dijo...

Par une matinée
Où le vent jouait avec les graminées,
Par une matinée
Où les amandiers en fleurs
Semblaient avoir trouvé l'âme sœur,
Voici ce que disait un ange
Qui descendait en parachute.
Écoutez sa chanson étrange, écoutez-la,
Chut... chut...

   (Louis Charles Auguste Claude Trénet)
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el cielo

Un golpazo en la frente con la palma de la mano y diciéndose, ¡tonto de mí!.

Odette gusta de escribir, cómo de entre tantas cosas no se le ocurrió que ella tenía el proyecto de un libro. Sebastián había pasado el límite y eso era imperdonable. Su mujer sabía leer muy bien a las personas y no tardaría en descubrir lo ya ocurrido. Él tendría que hacer méritos, muchos méritos.

Primero, iba a sorprenderle con algo de cocina, le iba a preparar a su bella Odette un chocoflan, ese famoso postre imposible que es mitad flan napolitano y mitad pastel de chocolate. Así que poniendo manos a la obra, comenzó a instruirse un poquito en la cocinada y a procurar a no excederse en los ingredientes y que resultara rico el postre.

Mientras tanto, ya era viernes, el día en que su chica llegaba muy cansada después del ajetreo de toda la semana. Cenaron temprano, charlaron y los ojitos de Odette se miraban un poquito cansados. Él tomándola de la mano la condujo a la recámara, la miró, le sonrió y le dijo en voz para ellos dos, ¡te amo mi bella Odette!... Ella, estando un poquito somnolienta, le regresa la sonrisa, le da un cálido beso y le contesta en un acogedor francés, ¡et je vous aime, mon amour!. Sebastián desnuda por completo a su esposa, la encamina al lecho y le pide que descanse y extienda su cuerpo; ella había dormido muy poco. Acto seguido él saca de uno de los cajones un aceite de canela y enciende las velas del mismo aroma. Primero besa e inmediatamente unge sus pies dando movimientos circulares con una esfera de madera. Los pies son un buen punto para la salida de estrés. Sigue dando movimientos circulares ahora con las palmas y pulgares recorriendo sus piernas, pasado por su delicioso fruto y llegar a su espalda, extendiendo así sus manos por completo y junto con varios movimientos lograr una espalda relajada. Así hasta que ella quedó profundamente dormida.

Poco después él se incorporó para también dormir, procurando no despertarla. Ella estaba en su pecho nuevamente, acurrucada; su brazo alrededor de su bella Odette... es el cielo estar cerca de ti, amor.

Sábado y domingo ella tenía que hacer un viaje largo, pero estaría lista el lunes para estar en el jardín de niños. Tiempo que él aprovechó para practicar un poco de cocina.

Llegado el lunes, fue al colegio donde ella daba clases. Vengo a ver a la profesora Odette, dijo por el interfon. En la mano llevaba un porción del rico postre y varios frasquitos a base de glicerina, así como un reproductor y unas bocinitas. Una vez a dentro, se puso a jugar con sus niños y les invitó a hacer muchas, muchas burbujas.

[Tombé du ciel]

Justo dijo...

Querida Marichuy:

Conociéndote, seguro que la elección del nombre de Odette no ha sido casual.. es el amor de Swann, el ultra-celoso personaje de Proust.. qué enfermedad son realmente los celos (y qué bien lo reflejó nuestro querido Chabrol).

Un abrazo

jess dijo...

Y yo que pensaba que no había nada peor que un hombre con mamitis!!!!

Qué horror!!!!!!

Odette es un nombre hermosísimo!!
Cuando iba en segundo semestre de Universidad, ése era mi nickname...

Así como en el lago de los Cisnes... siempre me creí un cisne... hasta que conocí a los pingüinos. Ja!

Pero comprendo totalmente a la protagonista de la historia, la vida virtual llega a ocupar mucho de nuestros pensamientos "reales".

Qué se le hará!
C'est la Vie!

Un efusivo abrazo, Marichuy!

MauVenom dijo...

Los celos tienen que ver más con el amor a uno mismo que con amor a otro

creo

como sea, la duda mata, quema de una forma absurda que es humillante para quien la tiene pues se ve a sí mismo débil y esclavo de otro al cual no se conoce totalmente

'tu reino no vale mis pensamientos'

a mí me hubira bastado eso para retirarme... pero tampoco creo que hubiera ofrecido mi reino por los secretos de nadie.

Besos

mariposasalvuelo dijo...

Me gusta tu cuento. Ese infierno yo ya alguna vez lo viví y salir no es fácil. Los celos virtuales, pueden ser tan REAAALEES. En los celos, la imaginación, los sesos, son los mayores demonios.
Buen texto. Saludos Marichuy.

marichuy dijo...

Sofía Selegna

Indudablemente todos las tenemos

Gracias por tu comentario

marichuy dijo...

José

No dudo que mi mirada femenina sobre los celos masculinos sea inexacta; escribo desde mi experiencia, aunque no necesariamente en primera persona. Lo que yo he conocido (como víctima no como victimaria), se acerca más a la obsesión: una especie de chantaje-acoso bastante perturbador y difícil de manejar, como de película hollywoodense de esas donde hay que pedir orden de restricción.

No obstante, creo que tampoco podemos generalizar y decir que todos los hombres viven los celos de una u otra forma. Conozco más de un ‘self control man’ que jamás se permitiría dejarlos ver, puede que los sienta pero los maneja más como un pinchazo a su ego; le duele más el ego aboyado que la traición amorosa (en caso de existir). Cierto: la pasión, ya dijo el sabio Sándor Márai, es ingobernable y desesperada… pero cada uno la manifestamos a nuestro nada sabio entender. Y esto yo lo aplicaría casi calcado a los celos,

Un abrazo y gracias

marichuy dijo...

PS José

Me falto: tú no estás para saberlo pero yo sí escribo sobre cine, incluido el mexicano. No me has leído esos post (aún no llegabas a mi blog), pero antes a menudo escribía acerca de filmes recién vistos (hay lectores que me reclaman por ya no hacerlo). Como decía Françoise Truffaut (Les Quatre Cents Coups,) “todos tenemos dos profesiones: la propia y la de críticos de algo… casi siempre de cine”

marichuy dijo...

Bichi

Así es: si hay un Infierno en esta tierra, ese es el de los celos. Lo peor es que en no pocas veces los motivos para tal hoguera son más imaginarios que reales y siempre, agrandados por la propia mente… esa gran traidora. Ojalá tuvieras oportunidad de ver “L’enfer”, estupendo retrato del Infierno de los celos realizado por el Magíster Claude Chabrol.

Un abrazo y gracias

PS Dudo que a la protagonista de este relato le gustara el Manga. Más fácil que se obsesionara con Julien Sorel o Raskólnikov, personajes justo a la medida de una imaginación tan desbordada como románticamente démodé como la suya. Bueno, eso creo.

marichuy dijo...

Querida Abuela

Creo que son padecimientos algo distintos, aunque ello no obsta a que el mal de amores, en no pocas ocasiones, esté relacionado con los celos.

Un abrazo

marichuy dijo...

Curiyú

Je. Usted, mejor que yo, sabe que estas emociones son tan irracionales como ingobernables.

Un abrazo y gracias por venir acá.

marichuy dijo...

Querida Virgi

Será que si le seguimos... ¿este par acabe mal? Visionaria que eres, jeje.

Un beso y gracias por pasar.

marichuy dijo...

Pelusita

Gracias por tu mirada. Lo más triste es que Sebastián, a diferencia del gran Otelo, ni siquiera necesitó ser azuzado por un sucedáneo de Yago: no tuvo el incentivo de una intriga. Bien dicen, ya no recuerdo quién, nuestro peor enemigo es nuestra mente.

Un beso

marichuy dijo...

Luis

Muchas gracias por tu amable apreciación. Muy cierto: la literatura -como la vida misma-, buena y mala, incipiente o desarrollada... toda... está nutrida en gran medida por historias de celos y de 'mal de amores'

Saludos

marichuy dijo...

Quantum

Pues aunque no le guste a usted, tendré que darle nuevamente las gracias por su excesiva amabilidad, no sólo al leerme sino, sobre todo, por dejar tan amables comentarios.

No quiero desilusionarlo, pero temo que a Odette ese postre (de tan dulce, casi a un tris del coma diabético) no le gustaría mucho. Lo suyo son las novelas decimonónicas, rusas y francesas en especial, la poesía desgarrada, los hombres inasibles y los postres amarguitos. Eso me imagino, claro que puedo estar confundida. Pero gracias de todas maneras por querer enmendarle la vida. Tal vez quitándole algo de empalague (al pastel imposible y al desarrollo de la propia historia), a ella le resultaría más de su agrado.

Saludos

marichuy dijo...

Querido Justo

Je, pero que nadie sepa. El nombre y personaje de Odette me gusta en primer lugar por la novela de Proust y luego por el Lago de los cisnes.

“L’Enfer”, enorme film de nuestro querido Claude Chabrol; después de ‘Le Boucher’, quizá mi favorito de él.

Un beso y gracias por venirme a leer acá

marichuy dijo...

Jess

No querida, un hombre con 'mamitis' es sólo un error... pero nuestro por salir con semejante ejemplar. El infierno de los celos, sentidos o padecidos, quema y daña mucho más hondamente.

Mi nombre femenino favorito es Odette

Un abrazo

marichuy dijo...

Mau

Sabes? Tu comentario no me sorprende ni tantito. Tú, querido Mau, más de una vez has manifestado descreimiento acerca del amor y el romanticismo (casi como un cierto orgullo de ser así). Ergo, lógico que te parezca cursi y desproporcionada la expresión “mi reino por tus pensamientos". Pero una que ha crecido con otras marañas en la cabeza, sabe que esa expresión es más usual de lo pensad y también, que siempre se dice un poco en broma un poco en serio, por lo que tomársela tan a pecho sería un poco absurdo, o cuando menos exagerado.

Pero coincido absolutamente contigo en esto: la duda mata mucho más que la certeza.

Un beso

marichuy dijo...

Mariposa al vuelo

No podría estar más de acuerdo con tu comentario: los celos virtuales (así como otro tipo de sentimientos, digamos, amorosos) pueden parecer taaaan reales. Y para ello, no hay como la influencia de la imaginación, efectivamente, el mayor demonio.

Un beso y gracias por tu comentario

Ivanius dijo...

Los celos son como tela de araña: dejarse envolver asfixia, y romper la red precipita al abismo. Quizás valga saber lo que son... siempre que se tengan alas, y sin acercarse demasiado.

Abrazos (muy) tardíos.

Anónimo dijo...

me asuste, por momentos me vi reflejada en algunos renglones...a veces por ella... aveces por el. Es que de verdad esto nos absorbe tanto?... mirare al rededor a ver si me mira con sigilo.


la paranoica.


besitos nena...por cierto que buuuuuuuuuuen cuento!.

marichuy dijo...

Ivanius

Acertada sugerencia, aunque muy difícil de seguir, desde mi punto de vista: si uno razonara, quizá muchos desencuentros y dolores se evitarían... pero eso nunca pasa. Los celos son ingobernables. Deafortunadamente.

Abrazos

marichuy dijo...

Sonis

¿De verdad te viste reflejada? Qué fuerte. Mentiría si dijera que no soy celosa, pero merced a mi gran defecto llamado orgullo... primero me muerdo antes que demostrarlo. No sé qué sea peor.

Un beso y gracias por tu comentario.

marichuy dijo...

Este debió ser mi primer comentario, pero como mandé el post vía mail desde mi oficina, no pude ponerlo. Lo dejo a manera de cierre. Dos maneras de mirar los celos, dos formas de decir algo que siempre he pensado acerca de ellos:

«Lo que hace tan agudo el dolor de los celos, es que la vanidad no puede ayudar a soportarlo» Stendhal.

«Los celos se nutren de dudas y la verdad los deshace o los colma»
François de la Rochefoucauld

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