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12 noviembre 2010

destiempos y décimas musas



Escribir a pesar de todo, pese a la desesperación. No: con la desesperación
(Marguerite Duras, Écrire. Gallimard, 1993).

Pero al final no fue posible. Y no fue la desesperación quien venció, no competimos ella y yo. Fue algo más prosaico e irrebatible: el tiempo. Implacable e inexorable como sólo el puede ser, el tiempo me alcanzó antes de poder cumplir con mi sencillo cometido de relatar alguna historia aquí. Y ante ello, en vez de hacer mutis y fingir que no pasa nada, decidí decirlo así sin falsas excusas ni eufemismos: no hubo historia que contar. Es decir, historias hay muchas, siempre las hay. Como vuelve a decir Madame Duras en Écrire: todo escribe a nuestro alrededor. Pero alguien tiene que contarlo, relatarlo, que solo no lo hará y he ahí la falla, mi falla. Dicho esto, no me queda más que disculparme con los lectores de este blog y con mis compañeros del mismo. Y de una vez, ya que estoy ocupando un espacio y para terminar de romper con las formas, haré algo que no debería: subir un texto ajeno; en este caso un poema. La razón, o pretexto sí así lo quieren ver, es simple: hoy 12 de noviembre se celebra el 359 aniversario del natalicio de nuestra máxima poeta mexicana. Sor Juana Inés de La Cruz. Mujer luminosa y sensible de quien otros que sí saben ya han dicho bien, en especial el poeta Octavio Paz (en Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, libro ampliamente recomendable si la vida de Sor Juana Inés de la Cruz les interesa), así que yo sólo me limitaré a celebrar su cumpleaños con un poema suyo.




Este amoroso tormento 
que en mi corazón se ve, 
se que lo siento y no se 
la causa porque lo siento 

Siento una grave agonía 
por lograr un devaneo, 
que empieza como deseo 
y para en melancolía. 

y cuando con mas terneza 
mi infeliz estado lloro 
se que estoy triste e ignoro 
la causa de mi tristeza.  

Siento un anhelo tirano 
por la ocasión a que aspiro, 
y cuando cerca la miro 
yo misma aparto la mano. 
Porque si acaso se ofrece, 
después de tanto desvelo 
la desazona el recelo 
o el susto la desvanece. 

Y si alguna vez sin susto 
consigo tal posesión 
(cualquiera) leve ocasión 
me malogra todo el gusto. 

Siento mal del mismo bien 
con receloso temor 
y me obliga el mismo amor 
tal vez a mostrar desdén.



[Sor Juana Inés de la Cruz
12 de noviembre de 1651-17 de abril de 1695]




Post Scriptum: aquí encontrarán un par de textos que pueden resultar de su interés, sobre la obra de la poeta mexicana Sor Juana Inés de la Cruz y Apuntes sobre Sor Juana o las trampas de la fe

   

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1 comentario:

marichuy dijo...

En razón de que esto no es un relato de mi autoría (exceptuando, claro, la divagación introductoria al poema), dejé cerrada la opción de comentarios. No lo tomen como chocantería de mi parte, sino como la extrusión de la pena que siento por no haber posteado una historia propia.

Saludos.