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30 junio 2011

monólogo de una señorita decente



Así como le digo: por más que intento nunca he podido acostumbrarme a la moral dilatada de la juventud. Será que yo soy una señorita chapada a la antigua, bien educada y con principios. No vaya a creer que de adulta me volví, dirá usted, conservadora. No Señor! Yo desde pequeña recibí una formación comme il faut. En el colegio de monjas donde estudié, desde el preescolar hasta el bachillerato, me inculcaron valores, principios y buenos modales. Todo lo que nos ensañaban (amén de las materias 'normales' del programa escolar oficial, más inglés y francés) estaba encaminado a hacer de nosotras señoritas de bien. Todos los días tomábamos clases de Moral, tema muy caro a las monjas para quienes la Moral era algo primordial: primero reprobar matemáticas o biología… antes que Moral. Ese era su lema. Aunque, ici entre nous, debo confesar que al principio esas materias me resultaban bastante aburridas. Eso sí, no me costaban trabajo, cosa que no puedo decir de las matemáticas que siempre fueron mi coco, pues desde pequeña fui un poquito distraída y dispersa. Así que para compensar mis eventuales malas notas en matemáticas, asistía a las clases de moral y buenas costumbres haciendo lo posible por poner atención y aprender. Y también estaban, claro, las clases de religión que, valga la redundancia, tomábamos religiosamente todos los días (amén de que cada viernes nos daban misa en la propia capilla del colegio). Eso, ya le digo, desde el preescolar, por lo que al salir del bachillerato, habiendo recibido tal cantidad de clases de moral, buenas costumbres y religión, asistido a tantas misas y realizado incontables confesiones, ya podía considerarme –sin ánimo soberbio- lo que se dice una señorita decente. Así que imagínese cómo me sentí tras mi ingreso a una Universidad pública, laica y mixta. Fue un completo shock. Apenas pasado un tortuoso primer mes de clases, fue inevitable preguntarme: ¿tanta educación, moral y buenos modales para terminar entre estos chamacos amorales y revoltosos? Y es que entenderá usted que después de la buena formación la que yo había recibido, de la gran ilusión que tenía por ingresar a la Universidad para estudiar Letras Clásicas, el encontrarme con que la Facultad de Filosofía y Letras era una caterva de hippitecas fumadores, mujeres de moral dilatada que sin el menor pudor se exhibían en ropas indecentes, se besuqueaban y dejan manosear a plena luz del día en los jardines de Universidad, como si no les importaran las miradas indiscretas, fue mucho para alguien como yo.

Pero no sólo en materia de moral andaban mal esos muchachitos aspirantes a filósofos o letristas. Su formación cultural dejaba mucho que desear: cursaban una carrera en Letras Clásicas sin tener la menor idea de etimologías grecolatinas, aun de las más comunes. Y ni qué decir de su forma de 'escribir': su caligrafía era tan atroz que a menudo ni ellos lograban descifrar sus garabatos, tenían pésima ortografía y, por si fuera poco, utilizaban un lenguaje (escrito y oral) como de carretoneros, dicho sea con el debido respeto para los carretoneros. Y como si la ignorancia mostrada dentro y fuera de clases no fuera suficiente… ¡se creían revolucionarios! Dios bendito, lo que es no saber nada. ¿Revolucionarios? ¿Por qué? ¿Porque –decían- no creían en Dios, porque portaban camisetas con la efigie del Che mientras coreaban consignas anti-yanquis fumando cigarros malboro y bebiendo coca-cola? Dios! Primero debieron leer, por ejemplo, a Jules Michelet para saber cómo era una revolución y qué era ser un revolucionario.  

Y ni qué decir de su forma de pronunciar el inglés y el francés… Bueno, supongo que era mucho esperar que lo hicieran bien cuando ni siquiera el español empleaban correctamente. En fin, no sabe usted cuánto sufrí los cinco años que pasé ahí, la de cosas que tuve que aguantar: intolerancia, críticas, vulgaridades extremas… Demasiado hasta para mí que, amén de bien educada y formada en valores morales, soy una señorita de lo más tolerante y respetuosa de las diferencias… 




imagen: Anne-Julie Aubry, Trois femmes
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14 comentarios:

Unknown dijo...

aplausos!!! me encantó!!! Su Señorita decente ¿no gustará de unirse a mi Club Pro Burla al fisicamente disminuido?

Jo dijo...

mi Marichuy me imaginé a esta señorita decente tan bien puesta en su sitio, con finos modales equiparando al uso de su lenguaje....
pero con las expresiones tan bien cimentadas
y su elocuencia citando los malboro y la coca cola, creo que lo acartonada no
;)

Zyanya Ponce dijo...

Me encantó leerlo. Fue muy curioso porque yo estudié 7 años de mi vida en escuela de monjas, el resto de mi bachillerato en una escuela más liberal... y ahora me voy para Letras Latinoamericanas en Toluca. Sólo que a diferencia de nuestra chica chapada a la antigua, yo terminé por amar las "nuevas ideologías" moderadamente sin camisas del Ché.

La abuela frescotona dijo...

FIEL RETRATO DE MUCHOS JÓVENES DE HOY, ESO ES RESULTADO DEL RELAJAMIENTO, AL MENOS EN MI PAÍS, EN LOS CAMBIOS DE LOS PLANES DE ESTUDIOS, EN MI FACU SE DABA EXAMEN DE SACO Y CORBATA, Y LAS DAMAS VESTIDAS SOBRIAMENTE PARA LA OCASIÓN. CREO QUE TODO ES FRUTO DEL DESMADRE SOCIAL, POR LAS CRISIS POLÍTICO -CULTURALES, SOBRE TODO DE LOS PAÍSES COMO LOS NUESTROS QUE POR LA INVASIÓN CULTURAL FORÁNEA, VAMOS PERDIENDO LA IDIOSINCRASIA Y NUESTROS VALORES DE RAZA.

QUANTUM dijo...

L'effet papillon

Me nace un cuestionamiento: ¡¿Una señorita decente sería capaz de fijarse en un muchacho indecente?!

Vous qui passez sans me voir

MauVenom dijo...

Me quedo con ganas de escuchar más de la señorita decente y retar el tamaño de su tolerancia a las diferencias

será que me ha tocado ver mucha gente respetuosa y decente destruir el mundo

aunque hay sorpresas, claro

... que comparto totalmente su opinión sobre los revolucionarios de plástico, por cierto.

Creo que soy un hombre decente sumamente indecente.

Beso. Muy divertido el texto.

(La palabra de verificación es hypini... muy al caso, suena a hippie).

Ju dijo...

Creo que muchos años me sentí así una señorita decente, afortunadamente ya no :)

Un abrazo!

Anónimo dijo...

Yo conozco de menos un par de casos muy semejantes. Impecable texto :D

malbicho dijo...

las señoritas decentes siempre somos tan incomprendidas -je-

virgi dijo...

Esta señorita decente se ha retratado muy bien. Espero que aún siga contenta consigo misma, la vida es dura y nos lleva por caminos insospechados.
Besos, Marichuy.

Anónimo dijo...

Me cayó muy en gracía la señorita decente, y si que hay algunas por el mundo. Y su visión de los snobistas revolucionarios, no se aleja mucho de la realidad, cuantos lideres idealista de mis tiempos de estudiante se ven ahora avorazados al hueso que les da el sistema que tanto tiempo denostaron.
Lo que si no tiene razón de censurar esa señorita decente, es lo de las consignas anti-yaquis (jejeje, se que es error dislexodigital), pobrecitos indigenas de Sonora, tanto que vi que sufrieron en el México Barbaro de Turner, como para que los revoltosos esos de filosofía esten lanzando consignas contra ellos.

Saludos

Paloma Zubieta López dijo...

¿Oyes mis carcajadas, Marichuy? Y sip, hay mundos que al encontrarse sacan chispas, la tolerancia lo es todo aunque a estas alturas, ya casi nadie conoce a esa señora... Y la imagen, de ensueño. Besitos.

LUMPENPOETA dijo...

Marichuy, usted escribe muy bien. Snobismo de izquierda, mis amigos son ahora funcionarios públicos o los eligió "el pueblo" por quién tanto "luchábamos" y otros son padres y madres de familia pensando en la mejor escuela para sus hijos, claro nunca junto al proletariado. Esta señorita sigue siendo igual: tolerante y respetuosa. Abrazos.

Cuentos Bajo Pedido ¿Y tu nieve de qué la quieres? dijo...

Je me encantó eso de tolerante jajajaja