Los japoneses suelen ir a los santuarios shintoístas para purificarse y, entre otras cosas, consultar con el oráculo (ōmikuji) la suerte que habrá de acompañarlos en lo sucesivo. Se extrae de una caja una varilla al azar que tiene un número inscrito, número que corresponde a un papelito donde está escrito qué tan bueno o malo será el porvenir y algún sabio consejo para mejorarlo o conservarlo. Si la suerte es buena los japoneses se llevan su ōmikuji a casa, pero si no lo es, después de leerlo atentamente, lo dejan atado en el santuario junto a otros que luego los sacerdotes recogen y queman en un rito que intenta eliminar la mala fortuna.
Es eso lo que se ve en la imagen de arriba tomada en Heianjingu, uno de los principales santuarios shintoístas de Kioto: un grupo de japonesas enfundadas en kimonos que con sus colores y estampados recuerdan la próxima llegada de la primavera, y detrás de ellas las ramas de un árbol seco rebosantes de ōmikujis, coloreados especialmente para celebrar la estación, imitando los cerezos en flor.
12 comentarios:
Muchas gracias por traer esta buena fortuna
por tu dedicación al blog y por prestarnos tu mirada para reinventar tu mundo en el nuestro.
Esperamos la primavera y la voz del oráculo.
Besos.
Nos seguiremos el paso. Un abrazo fuerte y mis buenos deseos para ti.
Qué interesante, la verdad no sabía nada de esta costumbre y el árbol lleno de ómikujis se ve precioso (junto con las japonesitas). Un gran abrazo
Siempre se aprende algo nuevo. Gracias.
Qué bonitos los kimonos.
Siempre he pensado que son ultra femeninos.
La sensualidad de la imaginación reside en ellos.
Y mira! no sabía que la mala fortuna se quemaba.... en el fuego entonces lo malo se reduce a nada.
Linda imagen Pelusita!!!
Un fuerte y efusivo abrazo!!
Qué bellísima fotografía, con ese acento delicado que sólo Japón sabe... ¡buena fortuna para todos! Un abrazo, Pelusilla.
Buena foto, y japonésmente interesante; aunque pienso que es trampa, jajá.
Saludos.
Pelusita
Ojalá la buena fortuna se quede con nosotros.
U beso y esperemos no te desparezcas.
Alguien cuyo nombre no recuerdo me dijo alguna vez que la vida está hecha de encuentros, y que los japoneses tienen para eso (como para casi todo) una expresión.
La vida sigue, por fortuna. Sigámosla entonces.
Beso, y gracias por compartir aquí (y allá y acullá). ¡Seguimos adelante!
Me gusta la forma de resolver la no fortuna, dejándola en el templo y no llevándola a casa!
La buena fortuna de tenerte entre nosotros se queda, pero también te acompaña hacia donde debamos ir para saber más de tí, de nosotros, de los otros. ¡Un abrazo, Pelusa!
Elen, la foto está preciosa y el significado que engendra el hecho de intentar que la vida nos sonría es divino, sigue enseñándonos cosas, siempre tenemos espacio para tus conocimientos.
un beso
impresionante, genial. un abrazo.
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