mujer abstracta, elena ray
La última noche vimos una vieja película mexicana tan simple como divertida. Y para acompañar nuestra risa desternillada, casi catártica, comimos algo diferente a las típicas palomitas de maíz: jugosos y crujientes duraznos amarrillos. No uno ni dos. Creo que durante la película nos comimos casi un kilo de esos frutos. Extraña botana para acompañar las aventuras de una peculiar abuela provinciana, matriarca y patriarca al mismo tiempo, quien con la misma fruición que fumaba habanos, le rezaba a la virgen y cada dos por tres zumbaba a bastonazos a sus nietos ya bastante mayorcitos. Le encantaba esa película. Un aspecto que jugaba a favor era el contraste ofrecido a sus habituales lecturas, casi todas centradas en la novela decimonónica rusa, francesa e inglesa. Así que frente a historias intensas y casi siempre trágicas, la atípica cabecita blanca interpretada por Sara García devenía una especie de respiro. Reímos tanto durante la película, que cuando finalmente nos fuimos a dormir lo hicimos, literalmente, con una sonrisa en los labios. Lo recuerdo con absoluta claridad. Todo. Su risa y la mía, los gruñidos de Sara García, la simpleza del guión fílmico. Hasta el ligero calor nocturno legado por la incipiente lluvia. De aquellas risas despreocupadas, cómplices y desnudas de artificios, sus últimas risas, nuestra última película compartida, sólo me queda el recuerdo. Nada. En nuestras vidas no pasaba nada inusual. Eso creíamos. Y de repente todo pasó. En un dos por tres, nuestra querible rutina de noches de lectura alternadas con otras de películas se vio alterada para siempre. Más que alterada, eliminada definitivamente del cambiante e inacabado guión de nuestras vidas. Todo cambió. Y vino el azoro, la negación a aceptar la verdad, la rabia contenida, la impotencia gritando desde el centro de mi estómago. Las noches se volvieron tristes, su cama se quedó vacía y la mía se quedó sin mí durante las semanas en que jugamos a creer que la ciencia serviría de algo y yo me mudé al sofá contiguo a su cama en ese hospital.
¿Cuánto tiempo ha pasado? Algunos años que a veces me pesan como siglos y otras me duelen como una herida recién abierta. La memoria es tan ingrata como compleja y así como nos juega malas pasadas volviendo invisibles ciertos pasajes de nuestras vidas, es capaz de devolvernos otros en el momento más inesperado. Esto que acabo de contar, había decido dejarlo guardado en el rincón más lejano de mi tramposa memoria en un acto –pueril- de defensa propia. No quería recordar lo que siguió a esa última noche feliz. Quería olvidar los días de tensión, las horas en la sala de espera del hospital, la cara del Médico dando el diagnóstico definitivo. Olvidar mis noches de enojo reclamando a la nada por semejante injusticia. Como todos, yo también pregunté por qué, habiendo tanto malnacido en este mundo, la desgracia venía a caer sobre ella. Como todos, yo también aprendí que reclamar tal cosa era no sólo un lugar común demasiado gastado, sino también una completa inutilidad.
Creía haber olvidado la rabia y la impotencia. Y no. Anoche, mientras leía una historia ajena y distante, recordé todo y de súbito me vi aquella fría mañana, cuando tras escuchar al Médico decir "cáncer de páncreas, fase terminal", olvidé que las "señoritas decentes" no hablan como carretoneras y sin más solté un espontáneo pinche vida de mierda… Sólo que anoche, en lugar de increpar a la vida, dirigí una sarcástica sonrisa a mi caprichosa memoria… Esa gran traidora, como dijera Anaïs Nin.
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19 comentarios:
La vida no es una pòsibilidad que tenga todo el paquete completo de lo que necesitamos para vivirla, hay muchas cosas que nos faltarán a lo largo de ella y debemos aprender a ser feliz á pesar de ésa carenci . Un fuerte abrazo
Alguna vez sentí esa impotencia también pero de pronto hay que hacer de tripas corazón y sonreir...
Abrazos
Estuve a punto de largar una sarta de idioteces acerca de cuán injusta es la vida, pero giro demasiado alrededor de ese tema. Y además, esta recontra sabido, hasta es vox populi te diría...
En ese caso, buen texto... esta bonito =D
Saludos argentinos,
Nate
No todo es color de rosa, ni siquiera para las viejas beatas.
No me gusta la idea de morir joven es mas me aterra y le tengo miedo, a mis 34 años aun pienso que soy una persona que no a vivido absolutamente nada y trato de vivir lo poco de juventud que me queda al maximo, morir de viejo es el ideal de todos, morir recostado al lado de tu familia y dar tu ultimo suspiro, me gustaria morir asi, veamos que me trae la vida.
Enternecedor relato.
Saludos
Tiene que pasar lo que tiene que pasar. Y tienes que escribir lo que tienes que escribir.
El tener un fragmento más de ti, de los más guardados; al menos para mi, me hace sentirte más cercana.
Escribirlo para ti, podría ser una señal de que ya no hay que defenderse, de que se ha vencido el miedo, el coraje y que han llegado nuevos aires. Esas respuestas sólo tu las sabes y las sientes.
Un abrazo
Como si te hubiera acompañado en esos momentos. Lo sé bien, muy bien. Algo que corroe y que no podremos hacerle frente. Y va tan rápido que nos coge saliendo aún de la zona de despegue.
Un abrazo, mi querida Marichuy
no sería tan bella la vida, si en un recodo cualquiera, no nos esperara la muerte.
morir como en este escrito es un premio, rodeada de amor, cuidada, y rápido.
te abrazo mi Marichuy
la risa y la rabia, otro de esos juegos de opuestos, tan ineludibles, tan inevitables
bello texto, muy honesto
te dejo un abrazo profundo
marichuy............. espero que un abrazo sirva de algo.....
auuch.. nena mira que no se si sepas mas que gustarte poner el dedito en la llaga, y auna que ni le gusta el drama... puf!, pegan como tubo tus palabras. no se ni que decirte, este tema lo traigo desgastado y ya no se bien ni para donde va, pero me gusta como escribes, eso si!.
un beso
Si, uno quisiera que la vida sea justa, pero la vida simplemente es. Sé lo que se siente que se vaya alguien temprano. Pienso que ojala sea el que sea el momento de partir podamos estar tranquilos y felices de haber vivido con todo.
Que nuestro paso por el mundo sea significativo. Un abrazo
Vivir es sentir. Que a veces se siente demasiado, lo prefiero a dejar de sentir, porque entonces es señal de no estar vivo. Y hay tantos que a eso le llaman "madurez", que me da algo innombrable considerarlo.
Abrazos sensibles.
Marichuy...
Je voudrais te dire tant des choses... mais elles sont obsolètes a cote de ta perte.
Tu réussis a rendre mon ami Pascal sobre et élégant...
Seguir adelante, la única alternativa.
Perdón por la tardanza. Pero aquí estoy.
Hace tiempo que no te leía tan fuerte, en tu texto y en tu tomar las cosas con las manos.
Sí sé lo que se siente, te lo he dicho antes, sólo que hoy soy más consciente de lo que lo fui en ese momento. Extraño más hoy.
No quiero caer en un dolor que ya no tiene caso, pero es difícil. Cuando pierdes a tu aliad@ pierdes (de alguna forma) todo lo que fue tu vida hasta ese momento.
Besos y de nuevo disculpa el tardar tanto en venir.
Hcae mucho no pasaba. Pinche vida de mierda. Tu relato me hace sentir. De todo corazón espero que sea mera ficción. Qué bueno que la Historia humana es ciertos escombros de lo que la memoria destruyó.
ante esa oleada de recuerdos que nos hacen maldecir la vida... solo puedo decir...
animo!
.....
Algo me decía que comer duraznos viendo una película mexicana de ésas de la época de oro, rompiendo así con muchos cánones de diversión, no podía venir de una pareja hetero.
Ashhhhh.
El pasado duele cómo no, pero si nos aferramos a él corremos el riesgo de caer en la involución.
Un fuerte abrazo Marichuy!
Un abrazo también por aquí, Marichuy.
Besotes.
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