Photo: "Black and White Drama" by Steven Klein
Te maldigo. Me nombro dueña de tu paz y reina de tus pensamientos, porque te amo con este amor que nació enfermo. Y es que yo no quería amarte, ¿recuerdas? Fueron esas furtivas miradas de soslayo, tu imponente presencia, y tu pecho abierto los que me provocaron.
Yo nunca quise mirarte, pero tus ojos son dos brujos de talante socarrón que se posaban sin pudor sobre mi espalda, que me pedían el alma para devorarla cruda. Nunca quise dejarme poseer por el aroma de tu cuerpo, pero insistías en pasar a mi lado y dejar esa estela de magia que me hacía seguirte a esa distancia poco prudente para llenar mi propio aire con esa esencia. Y fue por eso que deseé tanto tocarte y guardé esa prenda que olvidaste “descuidadamente”, en el lugar justo donde yo la encontré; entonces aprendí a acariciarte a través de ese tejido yermo que hubo estado tan cerca de tu piel, probé tu gusto a miel con la amarga sentencia en la garganta de que estabas penetrándome para anidar en mi por siempre, como un parásito que comería mis entrañas sin piedad. Nunca imaginarías las noches de placer que hemos tenido, durante las cuales he sentido tu deseo y hemos escrito a cuatro manos un futuro común para toda la eternidad. Después de sentirte, me dejaba invadir por el sopor del cansancio y el sueño, donde también entraste sin ninguna restricción; soñar contigo se convirtió en el ritual nocturno de mi vida, despertar gritando tu nombre fue el hábito adquirido de mis madrugadas.
Conocí tu voz de lejos, al menos en frases largas, pues mermaste tus palabras para conmigo. ¿Cuántas veces me provocaste cuando nos topábamos y me dirigías esas frías frases de cortesía? Y yo pensando que era tu timidez, y no tu maldad la que te hacía tan callado. Pero grabé tu voz en mi lengua para saborearte, y completar mis noches a tu lado y sin ti.
Empecé a perder el sentido de mi vida, dejé de hacer lo habitual, lo cotidiano, por conectarme contigo en ese espacio reservado de la fantasía, que con absoluta certeza sentía que se haría realidad. Tú me hiciste creer que así sería. Dejé de comer, de beber… de vivir… Y hoy me dices que te acoso. Has dado un escándalo pidiendo ayuda para que me alejen de ti. Dices que solo conoces mi nombre, que te llamo y no hablo, que te miro, que te espío, que tu vida es un infierno por mi culpa… ¡y que me tienes miedo! Que estoy desequilibrada, que me he obsesionado contigo y pretendo apropiarme de ti…
La orden de restricción pesa en mi mano como una tonelada de plomo; me duele el brazo y el alma y me desmorono a pedazos, disuelta entre lágrimas confusas. Eres un pedazo hombre desdibujado en mi cabeza, y te odio tanto como te amo. Por eso, seguiré soñando contigo y poseyéndote cada noche de mi vida, hasta que aceptes que me amas tanto como yo a ti. Mientras que no lo hagas… te maldigo.
Por Mara Jiménez
Te maldigo. Me nombro dueña de tu paz y reina de tus pensamientos, porque te amo con este amor que nació enfermo. Y es que yo no quería amarte, ¿recuerdas? Fueron esas furtivas miradas de soslayo, tu imponente presencia, y tu pecho abierto los que me provocaron.
Yo nunca quise mirarte, pero tus ojos son dos brujos de talante socarrón que se posaban sin pudor sobre mi espalda, que me pedían el alma para devorarla cruda. Nunca quise dejarme poseer por el aroma de tu cuerpo, pero insistías en pasar a mi lado y dejar esa estela de magia que me hacía seguirte a esa distancia poco prudente para llenar mi propio aire con esa esencia. Y fue por eso que deseé tanto tocarte y guardé esa prenda que olvidaste “descuidadamente”, en el lugar justo donde yo la encontré; entonces aprendí a acariciarte a través de ese tejido yermo que hubo estado tan cerca de tu piel, probé tu gusto a miel con la amarga sentencia en la garganta de que estabas penetrándome para anidar en mi por siempre, como un parásito que comería mis entrañas sin piedad. Nunca imaginarías las noches de placer que hemos tenido, durante las cuales he sentido tu deseo y hemos escrito a cuatro manos un futuro común para toda la eternidad. Después de sentirte, me dejaba invadir por el sopor del cansancio y el sueño, donde también entraste sin ninguna restricción; soñar contigo se convirtió en el ritual nocturno de mi vida, despertar gritando tu nombre fue el hábito adquirido de mis madrugadas.
Conocí tu voz de lejos, al menos en frases largas, pues mermaste tus palabras para conmigo. ¿Cuántas veces me provocaste cuando nos topábamos y me dirigías esas frías frases de cortesía? Y yo pensando que era tu timidez, y no tu maldad la que te hacía tan callado. Pero grabé tu voz en mi lengua para saborearte, y completar mis noches a tu lado y sin ti.
Empecé a perder el sentido de mi vida, dejé de hacer lo habitual, lo cotidiano, por conectarme contigo en ese espacio reservado de la fantasía, que con absoluta certeza sentía que se haría realidad. Tú me hiciste creer que así sería. Dejé de comer, de beber… de vivir… Y hoy me dices que te acoso. Has dado un escándalo pidiendo ayuda para que me alejen de ti. Dices que solo conoces mi nombre, que te llamo y no hablo, que te miro, que te espío, que tu vida es un infierno por mi culpa… ¡y que me tienes miedo! Que estoy desequilibrada, que me he obsesionado contigo y pretendo apropiarme de ti…
La orden de restricción pesa en mi mano como una tonelada de plomo; me duele el brazo y el alma y me desmorono a pedazos, disuelta entre lágrimas confusas. Eres un pedazo hombre desdibujado en mi cabeza, y te odio tanto como te amo. Por eso, seguiré soñando contigo y poseyéndote cada noche de mi vida, hasta que aceptes que me amas tanto como yo a ti. Mientras que no lo hagas… te maldigo.
12 comentarios:
El sentimiento habló y la palabra se hizo presente.
Mara Jiménez
Si soy lo que soy es en parte por admirar a ustedes la mujeres; admiro su sencibilidad; la piel de una mujer es así, suave y delicada... una piel que sabe sentir.
Mara Jiménez, le mando un beso en su bellas manos.
[Sonámbulo]
Cuanta revelacion de una mente femenina dolida.
De verdad que en eso nos podemos convertir!?...parece una historia de terror, que bueno que no soy hombre, que miedo me daria mi.
=0p
besitos
Tiempito sin venir y me encuentro con tu escrito de obsesiones. Menos mal, que hay de obsesiones a obsesiones, porque éstas.... que miedo.
Creo que todos tenemos alguna, a mi me da por al acostarme siempre, invariablemente pensar el mismito tema,s i e m p r e y aún cuando se trata de una obsesión definitivamente de otro tipo, tiene muchas similitudes a lo que describes. Sin duda, tengo una personalidad un tanto obsesiva... que feo caraya.
Muy bien llevado tu relato, me gusta mucho el manejo que haces de las imágenes. Mil saludos Mara y un gran abrazo.
Un horror, comadre. Que nunca encontremos a nadie así... Acá le dejo unos cuantos besos que la libren de toda maldición.
Quantum: y dice la genetica más elemental, que todos fuimos mujeres, en nuestra concepción, así que hay algo de esa sensibilidad en cada uno de nosotros. Gracias!
Sonia: Es un ejercicio de cómo reacciona cualquiera sin ser contenido por los cotos de la razón. Y de los social... porque, vaya, ella no hizo nada malo, jejejejeje. Un besito Sonita!
Mariposa: Es que todas las obsesiones se corrompen en un momento, es decir, a veces es bueno dejarse llevar por una un tiempo, corto... después, controlan nuetsras vidas! Un beso Mariposa!
Comadre: La pregunta que me viene a la cabeza es: ¡cuánta gente así habrá a nuestro alrededor que NO hemos identificado? uyy!! de thriller, no? Harto beso y abrazo nostalgico, sigo en búsqueda de la chuleta "obsesivamente", pero la extraño rete harto.
Me hizo pensar en un artefacto entre mágico y maldito, cruza entre el retrato de Dorian Grey y el espejo de la madrastra de Blancanieves, que absorbe monólogos y vicios sin poderlos purgar, y acaba colgado en una habitación obscura, tras una cortina, donde nadie contempla ni escucha aquello que no cree tener una existencia propia...
Bien logrado, Marita. Beso.
Ivanius: Entonces, ¿los locos son los que tienen el artefacto a la vista del mundo? ooops... autogol de Mara.
Un besote, chanchísimo.
Ay Marita
Hasta me estremecí. Una vez estuve del otro lado y la verdad es e terrible... en dos sentidos: por un lado el temor que te provoca el acecho de alguien que dice amarte hasta el delirio que te llama a las tantas de la madrugada y te dice frases inconexas, que se aparece de noche por las calles solitarias donde caminas, que te vuelve a llamar y te dice que si no regresas con él se va a suicidar. Y por el otro lado, te pesa tener que actuar de manera tajante: es el miedo y a veces hasta un poco de culpa, porque uno tontamente se siente culpable de haberle provocado semejante obsesión.
Un beso
PS Vine a deshoras,
Tarde pero aquí ando en un momento de respiro
... respiro que se cortó un poco y así confieso que no dejo de disfrutar (de lejos) las emociones extremas y el valor que da la obsesión
valor para muchos errores
pero aquí no ubico víctima o victimario si no vaivén y competencia.
Me gusta lo radical pero ahora sé que así(virtual)es mejor y no en el plano real. No más.
Beso
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