.
.

28 septiembre 2009

olor a mar

por marichuy

"Ella tiene los ojos siempre abiertos
y no me deja dormir
Sus sueños a plena luz
hacen evaporar los soles,
me hacen reír, llorar, reír,
y hablar sin tener nada que decir
[La enamorada, Paul Éluard]



Una noche en la que deambulaba por casa, en busca de algo que ni yo misma sabía qué era, presa de una gran inquietud, intenté calmar mi desasosiego en la habitación de mi abuela, donde se encontraba mi cofre del tesoro; su viejo veliz que en mi niñez me había provocado las más disparatadas fantasías. Al abrirlo me reencontré con los objetos que ella había acumulado a lo largo de su vida: mascadas que jamás le vi usar, fotos color sepia retratando a personajes como sacados de una novela de Balzac, inservibles relojes masculinos y un sinfín de cosas más, entre las que destacaba un antiguo cuaderno forrado en tela que no recordaba haber visto antes. Al encontrarlo, detuve mi husmeo, atraída por la incitante fuente de secretos que veía en él. Era el diario de una mujer, escrito en tercera persona y probablemente terminado por alguien más pues en las últimas páginas era notoria la diferencia de caligrafías. Un recuento de hechos que bien podrían haber ocurrido cien años atrás o el mes anterior. Su lectura me atrapó de forma tal, que el amanecer me alcanzó con el cuerpo entelerido de frío, aún sentada en el piso, sumergida en la historia de esa mujer a la que lamenté no haber conocido. Ante mis ojos discurrió la vida de un ser que no terminaba de hallar su lugar en el mundo, en la incesante búsqueda de algo que no lograba alcanzar... el inasible mar de sus sueños...

Desde niña su mayor anhelo fue conocer el mar. Apenas tuvo edad para distinguir las cosas que forman el mundo, aquella niña de ojos siempre abiertos a lo desconocido empezó su larga cadena de ruegos, pidiendo, una y otra vez, que la llevaran a ver el océano. Al cumplir once años, por fin pudo hacerlo cuando una tía (hermana de su padre) la llevó consigo a un puerto del Pacífico. Durante una semana se dedicó a mirar el ir y venir de las olas, llenando sus pulmones con el olor a mar y a sal; pasó horas enteras contemplando el vasto océano, intentando adivinar los secretos guardados en sus profundidades, con la infantil ilusión de que alguno fuese arrastrado por las olas hasta la playa. Pero nada extraordinario sucedió y la chica sufrió una gran desilusión; aquel primer acercamiento al objeto de sus deseos no resultó lo que ella esperaba. Al regresar a casa, su padre le preguntó qué le había parecido el mar y su respuesta fue contundente: "no se parece al mar de mis sueños"; el padre que ya estaba habituado a las "rarezas" de su hija, no le prestó mayor atención y hasta sintió un poco de alivio, pensando que la niña dejaría de insistir con viajes al mar.

Nada más lejano; su sueño no había perdido un ápice de significado; únicamente dejó de expresarlo en voz alta. A partir de entonces, concentró sus esfuerzos en las pequeñas cosas de la vida diaria; las responsabilidades que alguien de su edad podía tener. El resto del tiempo lo dedicaba a investigar en los libros y a delinear en su mente cómo sería el instante preciso cuando por fin estuviera frente al mar de sus sueños, que, estaba segura, algún día encontraría. La vida siguió su curso, ella creció y fue cumpliendo con cada uno de los requisitos que la sociedad le imponía; sin apenas esbozar mayor emoción o contrariedad, como si todo le fuese ajeno. Para un observador acucioso, habría resultado extraño que alguien con un espíritu intenso y sensible como el de ella, fuera capaz de soportar esa existencia anodina, dictaminada por otros, sin mostrar hartazgo o incomodidad, menos que externara lo que bullía en su mente y corazón. Pero al parecer nadie de sus familiares, ni siquiera su padre o el hombre con el cual se vio casada a los veinte años, poseían la suspicacia necesaria. Los años continuaban pasando y ella cada día lucía más ensimismada "como si nunca estuviera en tierra" solía reclamarle su marido, mientras ella se limitaba a esbozar una sonrisa tibia e impersonal, para volver al sitio del cual la impertinencia de ese hombre la había alejado momentáneamente.

Su existir transcurría sin sobresaltos ni problemas de ningún tipo; la niña de los ojos expectantes ávidos de descubrimientos, se había transformado en una mujer callada, incapaz de contrariar a su marido con preguntas incómodas sobre sus cada vez más recurrentes viajes de trabajo y a los cuales jamás la llevaba; salía sólo al banco o hacer alguna compra, pasando la mayor parte del tiempo encerrada en su habitación sumida en lecturas sobre los pueblos celtas y escribiendo en un cuaderno, sin mostrar el menor interés por la vida que pasaba a su lado. A nadie parecía llamarle la atención semejante actitud; al contrario, todos parecían encantados de que las "rarezas" de aquella niña ansiosa por conocer el mar, hubiesen quedado en el pasado. Quizá por ello, no les extrañó que durante uno de los viajes de trabajo del marido, ella estuviese como desaparecida; después de todo estaban acostumbrados a no verla por semanas enteras, así que por unos días nadie se sorprendió. "Si no está en su cuarto leyendo, quizá haya salido al banco" dijo su padre que conocía de la estricta disciplina financiera que su hija llevaba, depositando cada centavo que sobraba del gasto. Y vaya que había ahorrado bastante.

En tanto su padre especulaba sobre su paradero, ella se hallaba a miles de kilómetros de casa; recién desembarcada de un vuelo trasatlántico, adquiriendo el boleto del tren que la transportaría a la región costera de ese país famoso por su clima húmedo, el verdor de sus campos y algunos insignes escritores. El tren llegó al puerto casi al anochecer y nada más bajar de éste, ella se sintió tan excitada y feliz que se olvidó del cansancio del largo viaje. Cuando arribó al pequeño hotel donde tenía reservado, ante los incrédulos oídos del recepcionista que le preguntó si tomaría la cena en el comedor, ella respondió que sólo subiría a cambiarse para salir a caminar al mar. Al escucharla el pobre chico se quedó atónito pero no se atrevió a decirle nada; ni siquiera cuando minutos más tarde la vio reaparecer ataviada con un elegante vestido negro y abandonar sonriente el vestíbulo para asombro de empleados y huéspedes. Ajena a las miradas interrogantes de que era objeto, empezó a caminar con la mente fija en el mar que oía chocar contra las rocas. Caminaba sin prisas, disfrutando del paseo, aspirando el aroma que la fuerte brisa nocturna arrastraba consigo; pese a no llevar abrigo no sentía frío, el estar lejos de su aburrida existencia marital, a unos pasos del encuentro con el agreste mar dueño sus más caras fantasías, le llenaba de energía y dicha. Mientras seguía ascendiendo rumbo al mirador desde el cual podría apreciar la bahía, pensaba en todos los libros que había devorado desde su niñez, en los muchos escenarios que había delineado en su mente, para cuando estuviera ahí. Todavía caminó un poco más antes de librar el último tramo y tener frente a sus maravillados ojos ese mar oscuro y misterioso, cuyo fuerte golpeteo sobre los acantilados le confería mayor grandeza para esa mujer que en esos momentos volvía a ser aquella niña ávida de descubrimientos y emociones...

Cerré el cuaderno y también mis ojos; me recosté sobre el piso y permanecí largo rato quieta, sólo respirando e imaginando. Casi pude aspirar el olor de ese mar, tan distinto al que emana en el trópico y quizá sería el frío de la madrugada  que se me había metido muy dentro, pero pude sentir con ella el aire de la noche golpeando su rostro mientras se acercaba al mirador y por un instante, mi piel se erizó como imagino pasó con la suya al contacto con las heladas aguas... cuando por fin pudo sumergirse, para siempre, en el mar de sus sueños.



ººººººººººººººººººººººººººººººººººººººº

43 comentarios:

Ivanius dijo...

Rebencazo.

Una palabra "de ático y veliz" que describe mi sensación después de leer esto.

Nunca me había puesto a pensar qué significa el mar para alguien que lo CONOCE conscientemente, sumergiéndose en él como en un sueño.

Asombroso relato, Marichuy, no sólo por lo que contiene, sino por lo que provoca. Gracias por compartirlo. Abrazo.

Xabo Martínez dijo...

Hola Mari, admirable persistencia, y es cierto; hay de mares a mares. feliz cuaderno, que nos permite atisbar a esa existencia que a todos parecia comun y anodino.

Saludos de lunes

Cuentos Bajo Pedido ¿Y tu nieve de qué la quieres? dijo...

Me encanta cunado la gente tiene otra idea de las cosas. Cuando dijo mar.... yo pensé en Cozumel, ese el mar de mis sueños....

Pero este mar, su mar, también me gustó, sentí frescor en mis brazos

Anónimo dijo...

dice un dicho que el que busca lo que no sabe encuentra lo que no debe... yo no se si curioseando en las cosas de la abuela eso valga como tal, pero lo que si es que menuda sorpresa la de dar con una historia tan grandiosa.

el mar... pienso que la mayoria de las personas que no vivimos cerca de el, recordamos con claridad la primera vez que tuvimos contacto con el.

Para mi es de las cosas mas fantasticas que puedo vivir... y vivirlo de noche aun mas.

Me encanto tu cuento nena, muchas gracias!!
un beso

Jo dijo...

el mar oscuro y misterioso seguro.. que combinaba con ese vestido...

a veces no es el ansia de mitigar el cansancio por un largo viaje o probar algo para antes de dormir... a veces es el ansia de llenarnos de brios, de brisa de ensueño, de la dicha de llenarse los ojos de ese escenario, el sonido de los acantilados y de la luz de la luna...

de olor a mar


besos (sin sal) marichuy
;)

Canalla dijo...

Y de tanto soñar y dejar caer cada sueño cual gota sobre la piedra de la realidad, ésta se desmoronó sin hacer ruido. Abajo del acantilado, el dulce mar de sus desvelos.
Hartos.

Champy dijo...

Te llevo impresa conmigo COMADRE..... estoy en un postgrado y ando en chinga total y desquiciada...mañana llegando te doy retro.

Ah...... reiterote lo reiterado, vengo aquí por ti y solo por ti..... y lo rerreitero por un pequeño detalle que surgió entre nuestras amistades en días pasados...

2046 Besos reiteradores.

jess dijo...

Una vez, cuando niña soñé que estaba en un laberinto, corría en él por el miedo enorme que sentía, y al final, llegué a una puerta, la abrí y salí a una playa.

Nunca en mi vida he visto una playa *real* como esa.... la arena era cálida, parecida a la del Caribe, el mar y el respectivo ruido de sus olas ahí frente a mí...... sentí una gran tranquilidad, en contraprestación a una vida real llena de altibajos emocionales en donde había todo, menos tranquilidad.... y de repente, volteé a todos lados y no ví a nadie a mi alrededor.

Me pregunté entonces qué caso tenía algo tan increiblemente bello si no puedes compartirlo con quienes amas.

He sido una chica solitaria en el transcurso de mi vida.... pero no hay nada a lo que más le tema que a la soledad.

A partir de ese sueño, huyo del mar y de su egoísta tranquilidad.

Peeeero..... me encanta la parte donde hurgamos en el baúl de los recuerdos de alguien más, yo tengo dos baúles de recuerdos, uno en mi habitación y otro en mi blog :)

Sueño el día en que alguien, sangre de mi sangre, espíe y se interese por mi mundo.

Un abrazototote Marichuy!

JP dijo...

-- querida marichuy, siempre hay un lugar en donde quisieramos estar, ese mar helado era la realidad en la que vivia esa mujer; magnifico relato que nos recuerda que hay que seguir nuestros instintos y nadar en nuestros deseos, un besote!

Anónimo dijo...

Hola Marichuy!
el mar tiene un iman sobre mi... oir la suave cadencia de la olas o su rabioso reventar contra las rocas me hipnotiza, puedo pasar horas enteras contemplandole, olerlo, sentirlo...
en el sentido figurado es tan extenso y tan grande que lo siento inabarcable... =D
al final de la historia mencionas algo como "el estar lejos de su aburrida existencia"....
¡ bien! por ella que se atrevio ir en pos de sus sueños
mil abrazos Marichuy

Unknown dijo...

Yo sólo tengo que decir, me gustó.

marichuy dijo...

Ivanius

Gracias a ti. La palabra Rebencazo si que es extrña, jeje.

Me hiciste recordar un fragmento que encontré el año pasado y que ya he tocado en otras ocasiones:

«No conoce el mar quien vigila el mar. No conoce el mar quien se acerca a su orilla para contemplar el paisaje. Sólo conoce el mar quien se zambulle en él, quien asume sus riesgos y olvida el mar en el mar. Quien se pierde en lo desconocido como en una mujer se pierde el amor». Mahmud Darwich, Memoria para el olvido

Un abrazo

marichuy dijo...

Gab

Persistencia y un poco de locura (sólo la necesaria), me imagino.

Gracias por venir acá.

Saludos

marichuy dijo...

Cuentista

El mar del Caribe mexicano es cálido y sensual (además de bellísimo), pero el mar frío tiene (para la que esto escribe) un encanto muy especial: misterio y melancolía.

Saludos y gracias

marichuy dijo...

Sonis

Dicen que el que busca encuentra ¿no? Además, la abuela ya no estaba en este mundo y el veliz siempre fue una tentación.

Muchas gracias por tu comentario

marichuy dijo...

Jolie

Oye, que no era cualquier cita. Era el encuentro con el obscuro y misterios objeto de sus ensueños… había que estar vestida para la ocasión, digo yo y aunque la brisa de ensueño soplara con más fuerza de la esperada.

Besos

marichuy dijo...

Canalla

Qué fascinante idea la de desmoronar la (no siempre grata) realidad, dejando caer sobre ella pequeñas (pero persistentes) gotas de sueños. Hasta se me antojo intentarlo

Muchos

marichuy dijo...

Champy

Huy tú, hasta parece que anduvieras en la clandestinidad.

Gracias por correr el riesgo; espero que no se enojen tus amistades.

Besitos

marichuy dijo...

Jess

No todo el mar es calmo, mi querida Jess. El de este relato es agreste, misterioso y oscuro, lo opuesto al luminoso y tranquilo océano de tu sueño.

Una pena no ser tu nieta, je, que yo encantada hurgaría en tus baúles de recuerdos.

Un abrazote para ti

marichuy dijo...

Jota-pechocho

"Ay que seguir nuestros instintos y nadar en nuestros deseos"

Vamos a ponerla como norma de vida

Un beso y gracias

marichuy dijo...

Ana

A mí el romper de las olas... uff me fascina. El mar frío impone, te envuelve en una capa de misterio y melancolía. Caminar de noche, más adivinándolo que viéndolo, mientras escuchas como las olas rompen furiosas contra las rocas, te produce un sensación estremecedora (sin importar que te estés muriendo de frío, jeje).

Un abrazo y gracias

marichuy dijo...

GA

Pues yo tengo que decirte: gracias por leerlo y porque te gustó.

Saludos

Champy dijo...

Otra vez se me ha hecho tarde, otra vez ando corriendo y otra vez solo vengo a decirte que: Soy adulto y me rodeo de aultos.

Ay nos.

Al rato vegno con lo de tu abuela.

En la tarde-noche.

2046

Anónimo dijo...

Rastro de sal/ mineral de tu entraña...
RASTRO DE SAL
CECILIA PELLICER

¿Será ese llamado del origen de nuestras vidas lo que buscamos en realidad del mar? El sabernos higroscópicos y ciertamente criaturas marinas que un día salieron del agua para aprender a caminar, a no tener aletas, a respirar sin branquias... Es posible que la aventura de vivir nos llame siempre en forma de mar, y por eso navegar y bucear sean actividades tan invitantes como enigmáticas. Buscando nuestro propio rastro de sal en el mar de nuestros sueños.
Envuelto en tu texto, me lanzo a otra aventura diaria.
Beso corsario (y ciertamente vikingo)admirada y adorada Marichuy

MauVenom dijo...

Yo alguna vez pude sumergirme en el mar de mis sueños y ser parte de él

se tuvo que acabar y pocas cosas me han dejado tan desolado

claro que no tan romántico como tu historia mi vida continúa y me hago el loco como si no hubiera pasado para permanecer atado a algo que ya no tengo

pero ese fue un mar que también soñé antes... tengo mis historias de mares.

Es increíble como con un poco de atención podemos palpar una vida y sus ambiciones al meternos en los baúles abandonados de los que ya no está. Me gusta esta nostalgia.

Besos.

Champy dijo...

Cuando vives y convives con y entre seres que se basan en principios, así pareces acabar, en la clandestinidad, al menos eso cree un sector muy amplio que no nos reconoce nuestra libertad.

Se de tu devoción por ella, se lo que te mueven las abuelas, por lo que mi entendimiento es natural, aunado a la empatía que nos hermana...en este caso en partícular, no sabes que yo luché por qudsarme con la "petaca" de mi abuela materna, en ella yo sabpia que conservaba fotops de Villa, dinero villista y carranzista, además de que era un mueble hermoso, laberíntico, para mi histórico....pero no pude.

Ahora bien, se que eso había y conocía.... si encontrará algo así como su diario, quizá no me atrevería aleerlo, a la primera, quizá es la imagen de "esa" abuela lo que me lo impediría, mientras que la otra, la paterna, hasta de sus novios, proporciones, sortilegios y cuanto se le ocurriera me contaba... no me extrañaría escarbar armar y hasta magnificar lo encontrado, claro, siguiendo su estilo.

Anoche que te leía en mi casa, tuve la intencipón de hablarte y que escucharás la canción que traigo en el Sinaloa, me gusta para tu abuela... pero me dije, mejor mañana se la pones en tu cajita.
Espera una sorpresa.

Que va a ser de todo?

Espero que tu si le des uso.

2046

Otro lector más que no tiene blog dijo...

¿Cómo huele el mar?
Es lo primero que le reclamaría a la escritora del texto. Lo vi (al mar) por mención.
La voz narrativa: nada desluciría si el horizonte, la brisa, el mar, la bahía, los acantilados, etc., fueran distinguidos por el lector desde los pasos que da la voz narrativa en primera persona, por conducto de una tercera persona le resta representatividad.
El personaje se funde en un instante entre lo ficticio y lo real, ese sería el problema con la voz narrativa, puede solucionarse con dos “caminatas” sobre el mar. La primera relatada por ella. Iniciar y terminar en tercera persona.
Escritora, los sentimientos son fuerzas indiscutibles, cada lector interpretará de diferente forma las manifestaciones de los sentidos que usted atrapa con letras.
La idea del texto es muy buena y muestra entraña. Sus letras tienen fuerza.

marichuy dijo...

Doctor

Las sensaciones que nos produce el mar son tan variables, extremas me atrevería a decir; pero creo que una es nos es común: el misterio, miles de secretos escondidos en sus entrañas, que incitan a descubrirlos y ¡por qué no? a perderse en ellos. Quizá por eso es que me gusta tanto el fragmento de "Memoria para el olvido" de Mahmud Darwich, que no me canso de repetir (aunque parezca disco rayado); te lo dejo.

«Sólo conoce el mar quien se zambulle en él, quien asume sus riesgos y olvida el mar en el mar. Quien se pierde en lo desconocido como en una mujer se pierde el amor»

Gracias por tu amabilidad

marichuy dijo...

"y me hago el loco como si no hubiera pasado para permanecer atado a algo que ya no tengo"

Mau

Atarse a lo que hemos perdido (por azares de la vida, como consecuencia de una decisión nuestra, porque la vida es así y nada es eterno) es muy triste, quizá absurdo, pero hay quienes se aliemtan de eso par no morir.

Y si después de sumergirte en el mar de tus sueños, tuviste que regresar a la cruel realidad, eso no cambia lo vivido.

Yo diría que aquí hubo un poco de atención, una dosis de sensibilidad y empatía y otra de imaginación.

Un beso

marichuy dijo...

Champy

Creo que entenderás que, por razones obvias que no viene al caso mencioanr en este sitio, deje fuera lo alusivo a mi abuela.

Yo escribe de lo que atestiguo, vivo en carne propia, siento, sueño e imagino (entre otros componentes). Con esto te quiero decir que -con las excepciones del caso- nada es cien por ciento real ni cien por ciento ficción. Y este relato no es la excepción (ni tampoco, lo que creo te estás imaginado).

Sólo una cosita: asomarse a un viejo veliz, te puede despertar las más desorbitadas fantasías y esto si no es ficción. Doy fe.

Besitos

marichuy dijo...

Lector que no tiene blog

¿A qué huele el mar? Yo diría que los olores propios del mar (no sólo sal) se funden con las sensaciones que nos genera, variables conforme a la sensibilidad de cada quien. A mí, el mar del trópico me huele a calidez y sensualidad y el mar frío, a melancolía y misterio.

Narrar en primera persona es lo que hago a menudo; hoy quise probar con este estilo, amén de que -me pareció- se prestaba más para remarcar eso que usted de alguna forma ha señalado: la fusión de los sueños con la realidad. Pero estoy consciente de que se corre el riesgo de crear alguna confusión.

Le agradezco su comentario.

Champy dijo...

100o% entendido y consecuentado.

Sabes que?

Decidí regalarte la canción en tu cumpleaños.

Ay que chismoso yo verdad?

2046

Mara Jiménez dijo...

Marichuy: Que bien volver a la blogósfera con tan buenos augurios como me da esta lectura! Es verdad, es sensorial, y agraga certezas a eso que sólo uno cocnoce, que vive dentro de uno mismo aún cuando nunca lo haya visto con los ojos del cuerpo... sumergirse en el mar de lo conocido para deaparecer de la realidad ajena... me encantó!
A mi tampoco me gusta el pacífico.. je!
Besos.

Pelusa dijo...

Me gusto que la historia, a pesar de sentirla muy muy cercana, fuera parte de un diario antiguo... Esos ambientes me fascinan.
El mar de mis sueños tiene nombre, Mediterraneo, y el dia que me vi cerca de el sali corriendo hacia el y me meti con ropa y todo hasta la cintura! No te miento si digo que me senti poseida...
Besos!

marichuy dijo...

Champy queirdo

Está visto que la discreción no es lo tuyo, jeje; pero gracias.

Un beso

marichuy dijo...

Mara

Así es, sumergirse en el mar de lo (des)conocido para despertar a otra realidad.

Un beso y gracias

marichuy dijo...

Pelusa

Claro que creo que te hayas sentido poseída. El mar de este relato, también tiene nombre; pero a diferencia de la calidez del Mediterráneo, este es frío y algo sombrío; aunque no por ello menos fascinante, tanto como lo son las historias de los hombres que antaño surcaron sus aguas.

Un beso

mario skan dijo...

Los mundos que se pueden encontrar en un cuaderno son tan poderosos como el sitio real. Puede desprender olores, sabores y ruidos.Y el tiempo pasa en pocos renglones atravesando décadas.

Muy bueno Marichuy

josé anónimo dijo...

No soy tan refinado para apreciar al detalle las nimiedades de narración en primeras, segundas y terceras personas; sólo sé que me atrapan sus letras, que me envuelven sin dejarme salir, que me evocan paisajes y recuerdos leidos o reales. Por instantes no se porque, evoqué en la caminata hacia el mar, flashazos de imágenes del "Descenso al Maelström" de Allan Poe. Tal vez ló único que podría observarle es que, desde que llegó el personaje a ese su mar tan soñado y comienza su ascenso al mirador, ya intuía que terminaría sumergiéndose en ese su mar. No se que tan predecible sea este texto o que tan intuitivo este yo hoy; como sea la forma en que remata ese final es estremecedora.

gracias marichuy por tu escrito.

Fernando García Pañeda dijo...

Duro y difícil camino hacia una verdadera vida, si es que está ahí, en el fondo.
Es como si fuéramos sueños sólo soñados a medias. Necesitamos siempre algo más, acabar lo empezado. ¿Quizá sea esa nuestra razón de ser?
Bello y tormentoso, Marichuy.
Un abrazo.

marichuy dijo...

Mario

Saltos entre lineas y páginas, que nos llevan a dar saltos en el tiempo y en el mar de nuestros los sueños.

Gracias por estar aquí

marichuy dijo...

José Anónimo

Pues yo te agradezco que te dejes envolver por estas letras. Lo demás, como bien dices, son cuestiones de apreciación.

Saludos

marichuy dijo...

"Es como si fuéramos sueños sólo soñados a medias"

Querido Fernando

Y para no ser sueños soñados sólo a medias, quizá habrá que zambullirse en ese mar...

Un abrazo y, como siempre, gracias por tu generosidad.