Por Canalla
Encontrar el Departamento de Regresiones Voluntarias fue toda una odisea, dentro de la enorme construcción octagonal que ahora alberga al Ministerio de Bienestar. Para quien todavía ignore las peculiaridades de ese edificio flotante, cruzar sus plantas verticales en gravedad cero, en vez de caminar, puede convertirse en un infierno, como si alguien del Gobierno Central, gozara al hacer más miserable aún la vida de quienes acudimos ahí. Y además tuve que soportar sus quince minutos de hologramas institucionales, antes de ser recibido por un tipo con facha de antisocial reinserto mediante servicios a la comunidad.
- ¿A qué se refiere con exactitud cuando dice que quiere recuperar una parte del pasado? El hombrecito me preguntó, como si no fuera un simple burócrata obligado a atenderme con celeridad.
- ¿Es aquí donde se tramita una regresión o no?, contesté sin dar más pormenores al tipo que, seguramente un funcionario menor, carece de autorización para pedir explicaciones a un ciudadano que busca realizar una simple gestión. Empecé a respirar con dificultad.
- En eso consiste nuestro servicio: lo retrotraemos hasta fragmentos del pasado, como su nacimiento, un cumpleaños o la pérdida de un ser querido, por ejemplo. Usted los revive tal como la primera vez y luego regresa a la actualidad.
- Pues es lo que quiero: retornar a un momento ocurrido esta misma madrugada en casa, y evitar un evento inconveniente: eso es todo, aclaré, a fin de no perder la paciencia. Mi hiperventilación hacía más insoportable y gris su diminuta oficina mal distribuida.
- Entiendo. Pero el obstáculo es su propia intención de recuperar, de evitar algo. No hay tal posibilidad en una regresión voluntaria, deletreó, cauto en su intento por distraer con simulada cortesía mi atención, centrada en su negligencia.
- ¡Pero si en el folleto está claro!: “enmendar todos los pequeños errores que impiden su desarrollo actual u originan infelicidad o insatisfacción entre los suyos; podrá saldar sus cuentas pendientes con el pasado”, leí, casi sin aliento ante su evidente incompetencia.
- Ahora lo comprendo. Lamentablemente, el tríptico fue redactado de un modo genérico que da lugar a confusión: describe las posibilidades de la regresión prescrita, como si se refiriera a la voluntaria. Aunque se trata de un error, corregido tan pronto se detectó, que esperamos no repetir en el futuro. Le ofrezco una disculpa a nombre del ministro.
- ¿Quiere decir que rechazarán mi solicitud?, cuestioné alarmado, aunque procurando no perder los estribos. Sentía mis pulmones disolverse junto con el escaso aire disponible.
- De ningún modo, no podría hacerlo. Pero estoy obligado a informar de las limitaciones en una regresión voluntaria. Usted podrá regresar al pasado exacto que necesite, sin otro requisito que conocer las condiciones y aceptarlas. Consisten en no alterar lo acontecido de forma alguna. Eso intentaba explicarle.
- Pero si usted dijo que la única diferencia radica en la clase de regresión, no comprendo cual sea el impedimento… hagamos de cuenta que es prescrita, ¿quiere? Casi desfallecí.
- No puedo, lo siento. Para calificar la pertinencia de su pedido y prescribir la regresión, debe intervenir el especialista. Desde aquí puedo gestionar su cita, para evitarle mayores contratiempos, y en tres días habrá resuelto favorablemente su incidente.
- ¡Es que usted no entiende que el tiempo apremia! Me impide ocuparme de remediar un error, seguramente insignificante a su juicio pero vital, por así decirlo, para mí; me pone una absurda traba burocrática ¡y eso es inconcebible, exijo hablar con su superior!, grité.
- Lo lamento, pero debo apegarme a la normatividad. En breve podrá externar su queja.
Cuando por fin pude salir del Ministerio, la respiración era aún más entrecortada y perdí la consciencia unos minutos, durante el trayecto en metrovía a casa, donde mi hijo sigue postrado, inmóvil ante su madre, el revólver apuntando a su sien y la sangre diseminada, mientras intentamos adivinar cuántas horas más requerirán en Servicios Extraordinarios para registrar lo sucedido, iniciar sus engorrosos trámites y devolver la calma a nuestras atribuladas existencias. ¡Maldita burocracia!
28 comentarios:
Canalla, la duda me surge.
¿Esa novela que escribe está más o menos en esta línea? o ¿es que nomás la está explorando?
Bueno, muy bueno.
Estos relatos suyos son como la sensación de vértigo que me traen los precipicios y las arañas; los veo, me apanican, pero no puedo hacer nada por alejarme. Como que me llaman.
Algo así.
Muy bueno.
Canalla
Es una pena saber que en "el mundo feliz post-orweliano", la burocracia seguirá existiendo.
No que se parezca, porque este estupendo relato tuyo no es muy romántico que digamos, pero me hiciste recordar a Charlie Kaufman y Michel Gondry con su idea de borrar de la mente todo vestigio amoroso-doloroso, con las consecuentes dificultades para la regresión al estado amoroso anterior a la “limpiada” (¿viste "Eternal Sunshine of the Spotless Mind"’)
Muchos besos Canalla, como siempre... un placer leerte
Esperemos que nunca se tenga la posibilidad de "borrar el pasado" El olvido de otros (y a veces el nuestro) ya nos complica la vida bastante, de por si...
Esto de eliminar cualquier error, por insignificante o fatal que sea, a conveniencia me da escalofrío, tanto, como la prevalencia de la burocracia.
Un gusto leerte Canalla
De esto se trata. Ser arbitres de lo cotidiano. No se necesita más que la simple cartografía de nuestro entorno. Observar y contar. Narrarlo con estilo propio. Retorcerlo, crearle tintes de absurdo o fantasioso, no definirlo simplemente mostrarlo: en cuento, novela, relato, poesía.
Al lector le gusta jugar, buscar lo oculto en el “mensaje”. A los escritores les corresponde no escribir “mensajes”, (esa es escritura barata) sino mostrar la cotidianidad.
Veo estilo desde el primer relato que escribió en este blog.
Sólo una observación en el texto:
“- ¿Quiere decir que rechazarán mi solicitud?, cuestioné alarmado”
Están los signos de interrogación, es por eso que ya no es necesario colocar la palabra “cuestioné”, puede sustituirla por dije o mencioné.
pienso que..:
deberíamos formarnos en la fila, tomar un formulario y por ultimo sacarle la madre a toda esa burocracia.
la verdad a mi me cae mal todo ese asunto.
saludos
Me gustan tus relatos, aunque siento que son un poco obscuros,no sé si sería bueno que existiera un lugar en donde te pudieran borrar los errores del pasado, si se borraran entonces el futuro ya no sería el mismo, creo yo.
Me estoy aficionando a leerte.
no me importa esperar tres dias... hasta caer en el soborno como remedio.
Me das la direccion?
-- canalla, excelente! Que ganas tenia de leer algo asi, futuristico y tan necesitado de desnudar nuestra alienada existencia, gracias!
el7palabras: La única novela que he escrito la terminé en mayo pasado, en una tono muy distinto a este, por cierto. Muchas gracias. ¡Saludos!
marichuy: Sí la vi, pero nunca se me hubiera ocurrido ese paralelismo. Me interesa la burocracia como metáfora de la distancia entre lo deseable y lo posible. ¡Besos y saludos!
Doctor Gurma: Aunque esa posibilidad existe. No hablo de un olvido por conveniencia o como mecanismo de defensa, sino una alteración total: cuando las neuronas que almacenan trozos de información sobre un evento equis se pierden, la mente "reenlaza" el acontecimiento no como es más probable que sucediera, sino como resulta más grato a nuestra psique imaginarlo. Eso también es escalofriante. ¡Saludos!
Otro lector que no tiene blog: Me gusta la idea de "simple cartografía de nuestro entorno", aunque si el dibujante no es bueno, más de algún navegante podría perderse, ¿no cree?
Afortunadamente, éste es Otro blog que sí tiene lectores, atentos a errores como el que señala. Gracias.
EMN: Cierto, y si cuando llego usted ya está formado, déjeme colarme para llegar más pronto y desquitar mi ira.
¡Saludos!
lA MaLquEriDa: ¡Y la polémica por las consecuencias en el futuro de borrar o alterar el pasado. No acabaríamos!
Pero adminístreme en dosis inocuas. ¡Saludos!
Sonia: Diría cierto personaje detrás de la ventanilla: "¿Y cómo de cuánto es su urgencia...?" ¡Una lana!, ¿no?
Bueno, a tí con un beso te la daría, pero ni yo me la sé. ¡Saludos!
jota pe: ¡Qué bueno que te agrade! Gracias a tí, y ¡saludos!
AYYYYYY CANALLA!!!!!! (nunca mejor dicho... tu nick aporta un "tono" dramático sonoro a mi lamento) Justamente HOY, tuve mi décimo encontronazo con la burocracia en el corto lapso de un mes, y tuve que soportar estoica la pinche frase de: "Su documento ya está, pero le falta un a firma", y reprimir el primitivo impulso de brincar a morder la yugular del insignificante hombrecito gris. Te imaginarás el efecto que causó esta visión futurista en mí.
Por otro lado, igual que Marichuy, me fue irremediable recordar "eternal sunshine of a spotless mind", que además figura entre mis pelis favoritas, pero voy más allá: Tienes la capacidad de lograra en mí con estos relatos (este, y otro de tu blog que leí hace poco), la misma sensación y estado de reflexión que me deja Bradbury.
No puedo decir más que me enredan tus letras, y me ponen golosa... quiero leer más!
Excelente. Ya me callo.
Besos... ya.
Sin embargo, hasta la propia rebeldía, condicionada desde Adán (o el mono) por dosis repetidas de gregarismo, hizo retroceder al protagonista ante el llamado sutil de la anarquía. Quizás para escapar a ese destino fue que el hijo tomó su decisión, confiando en el abrumador peso de esa inercia descubierta para conservar su (última) voluntad soberana.
Abrazo, Canalla.
Me da miedo preguntar que paso... me dan miedo las regresiones, y me aterra pensar que se pueda cambiar algo. Mi pasado, errores incluidos, me ha traido hasta aqui, y no me quejo. Hay quienes no han tenido tanta suerte.
Pero me gusto mucho leerte. Interesante el mundo desde esa perspectiva. Bien logrado, Canalla!
Besos
Ya llegué!, tu disculpes la tardanza pero quería tener tiempo para leerte bien
creo que bien lo esperas pero no está de más decirte que el final me impactó mucho
más incluso que el ahogo que me produjo pensar que no vamos a huír de nuestro fatídico sistema sin importar tiempos o espacios
no quiero ver eso
si bien guarda sus diferencias, de alguna forma me sentí en una atmósfera similar a la película Brazil de Terry Gilliam o quizá a 1984 de Orwell (que por cierto es uno de mis libros favoritos).
Un abrazote.
vaya que ni en el futuro uno se salva de esas indigencias de la mala publicidad justo cuando en el instante mismo que se ocupa resulta que no necesariamente funciona como lo anunciaron
La burocracia sobrevive en un Mundo Futuro! la negligencia lo engorroso!!
aayyy porque no evolucionamos es por eso que deberían caer meteoritos a tiempo...
bueno siempre quedan las regresiones para enmendarlo :P
Hola Canalla! me encantó tu relato futurista... y sabes? si me ofrecieran volver a vivir el pasado, claro! y por supuesto que aceptaria... lo que he vivido, vale la pena vivirlo dos veces
un abrazo
=D
aun y con todos sus engorrosos tramites burocraticos
Mara: Jajaja... el burrocracidio no es solución: he atestiguado cómo del cadáver de uno de estos entes retoña un manojo de burrocratitos aún más perniciosos... ¿Bradbury...? Pero si ese señor sí escribía. Bueno, besos.
Ivanius: Le atinas a la intención. Bueno, yo sé que no le atinas, sino la develas. Un fuerte y gregario abrazo.
Pelusa: En realidad, cualquiera que haya llegado al presente, errores incluídos, tuvo suerte. Lo malo es que no nos demos cuenta. Besos.
MauVenom: Odio decirlo pero tienes razón: Los límites de la burocracia reflejan nuestras limitaciones...
Orwell es de cabecera en mi guarida.
Abrazo futurístico.
Jolie: De lo humano suele sobrevivir lo más nefasto, porque es lo que con más facilidad se adapta al cambio...
Sugiero que la masa molecular de los meteoritos sea rica en etanos. Digo, ya si nos vamos a morir... Besotes.
Ana: Veo que eres uno de los escasos seres que podría morir mañana mismo sin aspavientos. ¡Envidiable! Para los abrazos tenemos ventanilla rápida. Besos.
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