Por MauVenom
Me pareció patético que Alberto quisiera conseguirse un prostituto pero acepto que lo juzgué desde el lado prefabricado, el mundo es mercantil y él es, digamos, nada atractivo, no tiene oportunidad de conseguir el amante que busca, 'si fueras yo, entenderías', acepté su argumento pero le pedí que cortara el drama. Quería mi ayuda porque le intimidaba la situación y de confidente pasé a alcahuete, mi idea era buscar en internet pero no, él tenía localizado a un tipo que trabajaba en una calle de la Del Valle... ¿Hay prostitutos en la Colonia del Valle?.
Alberto se quedó en el auto, yo caminé hacia su objeto de deseo que platicaba con otros dos, el tipo me sonrió pero maté su rutina, 'ni lo sueñes, no soy yo, es mi amigo que está en el carro... cuánto cobras', el tanto era más de lo planeado pero acepté, no iba a regatear en la calle, tendría que poner dinero pero estaba ahí para ayudar aún pagando por porquerías ajenas. Yo conducía y los otros dos en el asiento trasero, el prostituto, Aldo, trataba sin éxito de conversar con su cliente que moría de los nervios. Llegamos y antes de que bajaran le dije al tipo, 'si eres psicópata no mates a éste por favor', asintió prudente sin saber si mi comentario era broma, yo tampoco supe. Ahora nos reímos de eso.
Meses después, un domingo, caminaba yo por Reforma cuando junto a mí pasó una pareja que pude haber ignorado de no ser porque él me detuvo del brazo, me miró fijamente a los ojos como si con eso yo recordara, 'Soy yo, Aldo', volteé a ver a la acompañante, una muchachita delgada y bonita, 'es mi novia, Ana... él es un amigo', comprendiendo con quien hablaba no pude evitar reírme, 'ella es tu novia y yo tu amigo', ignoró el sarcasmo y preguntó qué iba de mi vida, qué hacía ahí, cosas que no sé por que contesté. Me invitaron un café y aunque no entendí la lógica de mi presencia pronto fue evidente, sin mucha pericia en el hecho Aldo me preguntó si quería "hacerlo con ellos", en gala de estupidez repliqué 'hacer qué', mi interlocutor no dio cuenta de mi corto alcance y pensó que había un malentendido, 'no, no... pero sin dinero, así nomás por ganas'. De las diez cosas que vinieron a mi mente una fue que Aldo sí me gustaba, otra que Ana era una flaquita de cadera estrecha como esas que se me antojan a veces pero la siguiente inmediata fue Alberto que veía en Aldo a su “Primer amor In Cash” por lo que tomar la oportunidad me haría sentir culpable, entre la lealtad y la idiotez hay una línea que yo no distingo.
Sin embargo empecé a salir con Aldo en plan camarada, había dejado la calle para tener un mejor nivel en una agencia y visitábamos bares en donde me contaba sus experiencias, jamás volvió a proponerme un encuentro sexual aunque sí dijo que le enojaba mi rechazo. Pero no, él es amor de mi mejor amigo.
Por separado salí también con Ana, jugando a no sé qué tontería, me tomaba de la mano y llegamos a besarnos, sólo eso pues yo sabía que las cosas se volverían complicadas y no lo podría manejar. Ella es amor de mi nuevo amigo.
En momentos de rabia me arrepiento y quiero dormir con alguno de los dos, mejor con los dos, pero el arranque acaba cuando Alberto me cuenta sus tontas ilusiones que lo hacen tan feliz. Hoy espero otro episodio como ese pero en el que mi legalidad no estorbe. Al final envidio a Alberto con sus amantes on call, a Aldo con sus tríos, a Ana con su ligereza y realidad asumida.
De muy joven alguien me dijo que unos nacen para vivir y los otros para contar, yo creí que mi papel sería el de intérprete de todas las historias, no, a mí me toca estar en medio, la capital fluye y vivo todo sin ser nada, dueño de una suerte inútil a la que se le atraviesa la circunstancia. Acepto mi lugar. Otros son los que atrapan y dejan caer. Yo soy el amigo... nada más.
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