El poeta es un fingidor
Fernando
Pessoa
Pausa.
Callar a intervalos,
dejar ir por
pedacitos
la palabra.
¿Dónde encontrar
ese espacio mudo?
Aprender a
leer los silencios,
dejar que la noche
llegue sin ningún
ocaso.
¡Pero esta sed!
Estos labios
resecos,
de grietas hasta el
alma,
de pausas.
Entonces la fe,
tú, a veces luna.
Entonces el agua
brotando
y la vida que se
vierte
sin demora sobre las
manos.
Y esta luz que se
apaga.
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